miércoles, 29 de febrero de 2012

PARA QUE NUESTROS AMIGOS CUBANOS SEPAN DE NOSOTROS...


Ante el 19-F
Lumpen y contestación social



El crecimiento económico, unido a un proceso de desideologización sistemático dirigido desde los más altos poderes, propició que durante las pasadas décadas la clase trabajadora fuese perdiendo su conciencia de tal, dividiéndose en multitud de grupúsculos que querían identificarse -por su poder adquisitivo, por el barrio donde vivían, por el colegio al que iban sus hijos, por el coche que conducían, por el rango de su puesto de trabajo o por sus amistades- con la clase inmediatamente superior que había sido su tradicional enemiga: La fea burguesía [1] . No fue ese un proceso exclusivamente español, ocurrió y ocurre en toda Europa, en todo el mundo, pero aquí el caldo de cultivo era mucho más propicio pues veníamos de una dictadura que había inoculado en el ser de los españoles la sumisión, la insolidaridad, la infraternidad, el apoliticismo y el orgullo de ser ignorante: “Leo, leo, cuanto más leo más burro me creo” nos enseñaban algunos y cantábamos nosotros entre risas y burlas dirigidas hacia el que tal deleite encontraba. Muerto el perro no se acabó la rabia y con la herencia recibida fue dificilísimo reconstruir la consciencia política de un país que había perdido lo mejor de sí mismo durante cuarenta años de aculturación general, imponiéndole a sangre modos de ser, de actuar y de pensar propios de las clases dirigentes del pasado. Ni sindicatos ni partidos políticos de izquierda tuvieron en los años siguientes a la muerte de Franco una militancia masiva que les hiciera creer en la fuerza que probablemente tenían y el pacto –escondido tras las etiquetas del posibilismo y la responsabilidad- marcó una estrategia que dejó atrás los ejemplos de aquellos que desde partidos y sindicatos se enfrentaron a pecho descubierto a la opresión. Quizá, en aquellos años, no había otra solución porque la resistencia y el miedo de los futuros ciudadanos era un muro casi infranqueable, pero fuere como fuere, la realidad es que salvo un cortísimo periodo de tiempo las organizaciones de izquierda de este país no volvieron a cautivar a las masas como lo hicieron en los años republicanos.

Sin embargo, todo es susceptible de mejorar y de empeorar. Los esfuerzos por educar y crear una ciudadanía consciente que aparecieron durante los primeros años de la transición, cayeron hechos añicos ante los gritos de “España va bien” y “hágase usted rico en 24 horas por el método Aznar-Rato-Botín”. Fue entonces, cuando el apolítico, mayoritario entre nosotros desde 1939, comenzó a ser sustituido por el analfabeto político que tan bien definió Bertold Brecht para otra época oscura: El peor analfabeto es el analfabeto político. No oye, no habla, no participa de los acontecimientos políticos. No sabe que el costo de la vida, el precio de las alubias, del pan, de la harina, del vestido, del zapato y de los remedios dependen de decisiones políticas. El analfabeto político es tan burro que se enorgullece y ensancha el pecho diciendo que odia la política. No sabe que de su ignorancia política nace la prostituta, el menor abandonado y el peor de todos los bandidos que es el político corrupto, mequetrefe y lacayo de las empresas nacionales y multinacionales.

La vida sigue, siempre sigue y siempre, con baches, evoluciona o revoluciona hacia mejor aunque en los instantes que ocupan nuestras vidas pensemos que esto no tiene remedio y será así eternamente. El proceso histórico no se detiene por muchos canallas que se tropiece en su camino, pero necesita del empujón de una ciudadanía consciente para avanzar y remontar los periodos absurdos. En eso estamos y para conseguir esa energía, es preciso, a nuestro entender, conocer la realidad social que nos rodea y darnos cuenta de que el analfabeto político que creció durante el franquismo y a partir del aznarismo no era lo peor, sino que lo peor estaba por venir: El lumpen como grupo social cuasi mayoritario. Según el diccionario de la RAE, el lumpen es la casta social más baja, una casta que además no tiene consciencia de clase. La definición, tan pacata por no querer tocar la terminología marxista de la que procede, se queda corta, muy corta y apenas expresa una parte del significado del término ni de su importancia histórica. En su artículo “La peligrosidad del lumpen”, Manuel Gross hace una definición más compleja y atinada para nuestros días partiendo de la que en su tiempo hizo Carlos Marx: La palabra lumpen es un término de origen alemán con que se designa a ciertos sectores marginales de la sociedad que viven o sobreviven al borde de la delincuencia y que por su carencia de principios éticos y morales son pasto fácil de la demagogia y del caudillismo político, constituyéndose en un agente destructor de las organizaciones, generalmente de izquierda, en que logran introducirse. La existencia del lumpen se revela por actitudes y actividades como las siguientes: permanente crítica irracional a los dirigentes legítimamente constituidos, siembra de rumores injuriosos, bloqueo de iniciativas de bien común, incumplimiento sistemático de las normas de convivencia, intentos de divisionismo, agresiones o amenazas de agresión a quienes los contradicen, espionaje interno en favor de terceros, odio irracional hacia otras organizaciones…  

Difícil será no identificar entre nosotros a quienes hoy forman parte de esa legión que en los últimos años se ha desbordado y canta en cualquier esquina el célebre “Viva mi dueño” que dio título a la celebérrima novela de Valle-Inclán. El apoliticismo español nació de la represión brutal del franquismo. No se trató con la medicación adecuada después, sobrevivió y devino en lumpen. El lumpen nada quiere saber de partidos, ni de sindicatos, ni de organizaciones vecinales, ni de protestas, ni de dignidad. Todo le es ajeno menos su bienestar personal adquirido del modo que sea y a costa de lo que sea. Pero hoy no pertenece como dice la Real Academia de la Lengua, a las “castas” más bajas, sino que impregna a todas las clases. Si me salvo yo, se hunda el mundo y si para salvarme yo tengo que hundir al mundo, lo hundo hermanándome con el mismísimo Satanás. El lumpen es aliado natural de la reacción, del poder, de los explotadores, del clero, es el chivato, el correveidile, el ojeador, el chismoso, el que grita cuando está rodeado de los suyos y aguza el oído cuando no lo está, es el perro de su amo siempre que encuentra amo, mientras tanto hace méritos para tenerlo, es el que se alegra de la no culpabilidad de Camps, de la persecución que sufren los sindicatos, del descrédito de una parte de la izquierda, de la ascensión al poder de los que siempre estuvieron en él, de la expulsión de Garzón de la carrera judicial y de la permanencia en ella de Adolfo Prego, de la corrupción en la que espera medrar, del “señorío” de la duquesa de Alba de Tormes, es en fin, un ser despreciable fruto de la represión, la ignorancia y la superstición. Y hoy es legión entre nosotros.

El 19 de febrero, los sindicatos han convocado una manifestación de protesta contra el desmantelamiento de los derechos laborales y la dictadura de los empresarios que no supieron serlo porque desmantelaron sus empresas para dedicarse al dinero fácil que daba la especulación según modo y costumbre de la dictadura que creíamos fenecida. Tal reforma necesitaba una respuesta mucho más contundente, pero debido a lo anteriormente expuesto los sindicatos no se atreven a dar ese paso por miedo al fracaso o a ser sobrepasados en algunos territorios del país. Espero y deseo con todas mis fuerzas que la protesta del próximo día 19 sea algo más que una manifestación a palo seco, que muestre a quienes gobiernan contra el pueblo que el pueblo sigue vivo y dispuesto a hacerles morder el polvo. Sin embargo, todos hemos de ser conscientes de que la lucha que ahora debe comenzar no tiene enfrente sólo a gobiernos y empresarios, sino también a esa parte tóxica de la sociedad que se llaman lumpen y se extiende como la cizaña, que enfrente nos espera una inmensa y urgente labor de pedagogía ciudadana, desde abajo.

Notas
[1] Referencia al magistral libro de Miguel Espinosa, en mi opinión uno de los más grandes escritores del siglo XX. ESPINOSA, MIGUEL: La fea burguesía. Madrid. Alfaguara, 1990.


Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del autor mediante una licencia de Creative Commons, respetando su libertad para publicarlo en otras fuentes.

martes, 28 de febrero de 2012

FEMINISMO EN CUBA


Con todo nuestro cariño y respeto a nuestras estupendas amigas cubanas (y caribeñas).


domingo 12 de febrero de 2012


Los 100 años del Movimiento Feminista en Cuba

Por Julio César González Pagés


Grupo de mujeres feministas en La Habana. (1920).




Los centenarios casi siempre son festejados por todas las personas que sienten como suyo el homenaje de tan importante cifra. En el presente año el Movimiento Feminista Cubano está de centenario y puede pasar que no sea tomado como una conmemoración “seria” que involucra a toda la Historia de la Nación.


A pesar de los reclamos individuales realizados por patriotas, como Ana Betancourt y Edelmira Guerra, o intelectuales, como María Luisa Dolz y Aurelia Castillo, la problemática femenina en Cuba, quedó arquetipada hacia comportamientos más generalizados del siglo XIX, cuando ser madre y esposa permitió una mayor aceptación social.


Las constituciones independentistas de Guáimaro, Jimaguayú y La Yaya, las Bases del Partido Revolucionario Cubano y el Manifiesto de Montecristi, fueron alabanzas de libertad, fraternidad y democracia que no tenían reivindicaciones para la mujer, las cuales fueron dejadas para cuando se lograra el futuro independiente. Sin embargo, cuando llegó este momento, de forma arbitraria, fueron excluidas de ser ciudadanas con derechos políticos.


El feminismo cubano en la primera década del siglo XX solo estuvo marcado, en el debate político, como una tendencia legitimada por intelectuales de reconocido respeto en el área de los derechos políticos para las mujeres, como Enrique José Varona, Francisco Caraballo Sotolongo o la feminista-independentista Magdalena Peñarredonda.


En 1912 se crearon en La Habana las tres primeras asociaciones abiertamente feministas que pedirán el sufragio femenino como reivindicación. El Partido Popular Feminista, el Partido de Sufragistas Cubanas y el Partido Nacional Feminista se convirtieron en las organizaciones pioneras del Movimiento Feminista en Cuba. Este movimiento se articuló en una década y obtuvo significativas reivindicaciones como la Ley de la Patria Potestad (1917) y la Ley del Divorcio (1918). En 1921 surgió la primera Federación Nacional de Asociaciones Femenina de Cuba que permitió organizar los importantes Congresos Nacionales de Mujeres de los años 1923 y 1925.


Miles de mujeres de toda la Isla se sumaron al movimiento feminista organizado por las agrupaciones creadas en 1912. Maestras, obreras de la industria tabacalera, intelectuales, juristas, periodistas y mujeres comunes, encabezaron un movimiento que tenía más detractores que defensores en ambos sexos.


Las mujeres feministas cubanas en todas las partes del mundo llevan 100 años reivindicando su derecho. La idea emancipadora del feminismo aún es un tema no debatido en toda su magnitud en Cuba, el fantasma violeta de su color puede asustar al patriarcado machista donde quiera que esté.


Estoy desde ya festejando la centenaria cifra, las personas que dudan de los homenajes no importan que se sumen a la fiesta. La vida de estas mujeres jamás podrá ser invisibilizada, su huella marcó nuestra Historia, y nadie podrá, desde ninguna posición, restarle el protagonismo.




lunes, 27 de febrero de 2012

PARA SEGUIR PENSANDO SOBRE LO QUE NOS IMPORTA


Esto no es una utopía: lo nuevo, lo viejo y el futuro en Cuba
Julio César Guanche · · · · ·
26/02/12



Entre los temas de fondo recurrentes en el debate político actual en Cuba se encuentran la diversidad existente en la nación, la amplitud del registro de demandas sociales, la democratización de las prácticas partidistas y estatales, la urgencia de mecanismos de gobierno más eficaces, responsables y transparentes, la necesidad de regularizar la protección de derechos ciudadanos, y, en resumen, la demanda de «actualización» del modelo político.[1] A pesar de que estos temas no se reflejan en los medios, y tienen escasa presencia en los discursos institucionales, es imposible soslayar el movimiento reformista de la política y el alcance real de los cambios experimentados.


Lo nuevo


La imaginación que impulsa los cambios políticos en curso propone innovaciones notables. El Estado ha renunciado a una parte importante de su monopolio sobre la economía, el empleo y el control de los ingresos personales. Con esto, se han multiplicado los actores económicos e institucionales, lo que de facto limita el monopolio estatal sobre la actuación política. Un mayor número de personas se independiza del Estado, y queda sometido a la única disciplina de pagar impuestos, una cultura nueva en Cuba. Se introducen otros mecanismos de mercado, formas privadas de organización económica y se potencia un proceder basado en la «eficiencia económica». El nuevo modelo se define más bien por lo que impedirá: «el plan prevalecerá sobre el mercado», «nadie quedará desamparado» y se «evitará la concentración de la propiedad».
En este movimiento, se combinan acciones del gobierno, exigencias y críticas de la sociedad.
La «economía» se ha convertido en el campo preferente de experimentación de las nuevas políticas. Se han entregado en usufructo casi 1,4 millones de hectáreas a 150 mil agricultores, y se pide ampliar los límites originales del arrendamiento. Se han eliminado instancias estatales en la distribución de productos del agro, anunciando el fin del sistema centralizado de ventas. Se incentiva la producción de alimentos a escala local y se ha demandado potenciar la venta de equipamientos agrícolas e industriales a particulares, con rebajas de precios.
Se estimula el «cuentapropismo» —sector privado—, se reducen los impuestos sobre actividades económicas y sobre el costo de las licencias, en determinadas condiciones, para alquilar medios de transporte o renta de habitaciones y casas. Se ha admitido por vez primera la contratación de mano de obra asalariada por parte de propietarios privados de negocios, y se atenúan, o eliminan, los impuestos a pagar según la cantidad de contratados. Los restaurantes privados, que en los 1990 tenían autorizadas solo 12 sillas, ahora pueden situar 50. Se arrendarán locales estatales a privados o a cooperativas; se ha comenzado a otorgar créditos a los nuevos pequeños empresarios, se autorizó la compra y venta de casas y automóviles usados y la entrega de subsidios a personas de bajos ingresos para reparar sus viviendas. Si hace 20 años 95% de las personas empleadas eran trabajadores estatales, el gobierno se ha propuesto que 40% de la fuerza laboral pase al sector no estatal hacia 2015.
Se demanda un incremento de las formas cooperativas de producción, su extensión del campo hacia la ciudad, y se espera la posibilidad de aumentar el tipo de su oferta de bienes —hacia sectores de servicios e industria ligera. Ha sido aprobada ya la constitución de cooperativas de segundo grado (creadas por cooperativas ya existentes, pero con fines y personalidad distintos a los de estas).
El sistema empresarial estatal debe alcanzar mayor autoridad para dirigir sus propias actividades económicas y tener control sobre parte de sus ganancias y decisiones salariales —renunciando a los rasgos del modelo económico soviético aún vigentes— hasta estructurar una dinámica regulada entre planificación estatal y mercado; y se reclaman certezas que establezcan «hasta dónde» el plan y «hasta dónde» el mercado, fijándole «funciones sociales al crecimiento».
Se elevó a 99 años el tiempo en que los inversores extranjeros podrán utilizar tierras estatales para negocios inmobiliarios, lo que permitiría concretar proyectos de construcción de campos de golf y viviendas para extranjeros. El hecho ha desatado críticas tanto en lo político como en lo ecológico sobre sus consecuencias sociales y su sostenibilidad.
Hace unos años se calculó en 20% la pobreza urbana, aunque en zonas rurales es mayor. En las últimas dos décadas, ha aumentado la desigualdad social y la polarización del ingreso, lo que se expresa de modo diferenciado entre grupos sociales por color de la piel, género y lugar de nacimiento. El Estado ha declarado que «garantiza el apoyo a los ciudadanos más necesitados, a pesar de las restricciones económicas existentes», pero al mismo tiempo se está liberando de obligaciones hacia productos de primera necesidad que antes subsidiaba—de hecho, ha anunciado la desaparición de la «libreta de abastecimientos» y la introducción de subsidios personalizados. En este contexto, la cuestión central de la igualdad aparece aludida solo mediante la crítica al «igualitarismo», según la cual la igualdad es criticada como si fuese sinónimo de uniformidad.
En el campo estrictamente político, también hay novedades, que se expresan en una mezcla de anuncios, prácticas y exigencias sociales.
Las estrategias seguidas implican redistribución de poder desde la cúpula estatal hacia la sociedad, buscan generar prácticas de desconcentración y descentralización, transparencia y responsabilidad estatal, y se prometen garantías al pluralismo.
En el marco del VI Congreso del PCC, Raúl Castro se pronunció por la limitación del mandato hasta diez años a los máximos dirigentes, defendió la posibilidad de acceder a cargos estatales sin ser militante y reconoció la expresión de opiniones diferentes en tanto «derecho». Asimismo, criticó la aprobación de decisiones a través de la «falsa unanimidad», ratificó la importancia de distinguir entre Estado y Partido, y entre Gobierno y sistema empresarial, y destacó el papel que debe desempeñar la prensa y la consulta ciudadana.
En las nuevas provincias de Artemisa y Mayabeque (antigua La Habana) se desarrolla un proceso experimental orientado a la desconcentración del poder estatal, a partir de separar, por vez primera en la historia institucional pos1959, el Estado del Gobierno y favorecer la descentralización local. Los gobiernos provinciales y municipales tendrán control sobre empresas públicas de sus territorios, hasta ahora sometidas a una subordinación centralizada.
Los procesos de toma de decisiones se han institucionalizado. Se amplía el número de personas y organizaciones asistentes a reuniones del Consejo de Ministros, cuyas fechas son informadas y sus resultados publicados en síntesis. Se refuerza el carácter institucional del presupuesto asignado a cada acción prevista, como mecanismo de protección sobre decisiones tomadas asociadamente y de control sobre los decisores.
La sociedad demanda una reforma migratoria que elimine, entre otras trabas, los permisos de entrada y salida al país, y proteja derechos de los migrantes. El gobierno anuncia que trabaja en ella, sin ofrecer un plazo o adelantar su alcance. Existe, por otra parte, un empeño explícito en la lucha contra discriminaciones antes no reconocidas, o incluso cometidas por el propio poder, como la homofobia.
Raúl Castro califica a la corrupción como el principal enemigo del proceso revolucionario y da cuenta de críticas que señalan a la constitución de grupos que desde posiciones estatales acumulan riqueza y apuntalan posiciones hacia el futuro. Su enfrentamiento ha alcanzado a altos cargos, y a un importante número de empresas, aunque el nivel de información sobre estos procesos se mantiene muy limitado.
El discurso oficial presenta un tono crítico inédito, en tanto personaliza los culpables de errores en funciones de gobierno y es también autocrítico cuando reconoce, por ejemplo, que los acuerdos de anteriores congresos del PCC se han incumplido inveteradamente, lo que equivale a reconocer que la institucionalidad existente no ha sido el canal determinante para la toma y ejecución de decisiones.
El diálogo entre las iglesias y el Estado ha alcanzado niveles sin precedentes. La iglesia católica ha alcanzado el rol de interlocutor del gobierno en lo referente a indultos de presos por causas con un origen político y por delitos comunes. Se han construido nuevas instituciones religiosas, y se han multiplicado sus actividades de difusión y educación. En este contexto, se anuncia la visita del Papa. Se ha elevado la visibilidad y el reconocimiento oficial a las iglesias ecuménicas, así como a la judía.
En el último quinquenio se ha estructurado otra «esfera pública» a través del intercambio de correos electrónicos que facilita el intercambio de información y el ejercicio crítico, y han aparecido sitios webs, blogs, revistas, en tanto actores de opinión. Los periódicos, aunque no recogen la mayor parte de este debate, han incorporado líneas críticas estables dentro de su perfil editorial, dando cabida a reportajes críticos y a las cartas de lectores. Se ha criticado el llamado «secretismo», obstáculo para el ejercicio del derecho ciudadano a la información.
Ha surgido un pensamiento crítico —de izquierdas— del modelo vigente y de algunas de las nuevas políticas, opuesto a la disidencia, que discute problemas de representatividad respecto a la expresión de la propia diversidad revolucionaria. Por otra parte, ha aparecido una nueva oposición que se considera a sí misma como democrática liberal, con visibilidad internacional y apoyo de gobiernos y otras fuentes extranjeras que se oponen al proceso político cubano.
En fin, Cuba se mueve. La ruta y el destino del movimiento es lo que su sociedad tiene en discusión. Resulta obvio que existe un consenso nacional sobre la necesidad de una renovación. Pero este consenso se mira con mucha dificultad en el espejo de las políticas y de los documentos que las formulan. Los límites y contradicciones de los cambios influyen en su propia posibilidad, y limitan con ello la esperanza que pueden amparar.
El proceso de transformaciones comenzó en 2008 con la demanda de «cambios estructurales», pero está resultando una reorganización económica y un análisis del trabajo del Partido. Así, se mantiene una lealtad discursiva a los valores que fundaron el tipo de socialismo construido por décadas en Cuba, pero no un rechazo explícito a algunas de sus prácticas, perjudiciales para la ampliación de la construcción democrática. Ello pone de manifiesto lo incompleto del programa de cambios, y la dificultad para relaborar un tipo de política que tenga como interlocutora a toda la sociedad, capaz de proponer un nuevo horizonte nacional y de definir con claridad el nuevo modelo que se busca construir.


              
Lo viejo

A pesar de todo lo anterior, las nuevas políticas no han dejado atrás viejas lógicas y prácticas obsoletas sobre el socialismo, que hoy limitan el proceso de cambios. Es imposible resolver problemas sin cambiar la mentalidad que los creó, como lo es también resolver un problema con medios que no intervienen, transformándola, la estructura del propio problema, o que resultan limitados frente a la escala del dilema que buscan resolver. Asimismo, es insostenible andar el mismo sendero, si lo más «ecológico» resulta caminar en otra dirección.
Cuando el documento de la Conferencia Nacional del PCC afirma que es necesario «transformar, con un carácter más flexible y nuevos métodos, la atención» a las organizaciones estudiantiles y «reforzar la atención» a las organizaciones de masas, se repite una fórmula empleada desde hace décadas, no se plantean soluciones distintas. En vez de «perfeccionar» este modelo de relación, se trataría de conceder completa autonomía a dichas organizaciones, constitucionalizarlas en su interior con la obligación de un funcionamiento democrático y procesar políticamente el liderazgo del Partido hacia ellas, creando una combinación de actores efectivos de poder y abriendo canales de representación múltiple de lo social.
El mismo documento llama a «fortalecer la unidad nacional en torno al Partido y la Revolución (…), sobre la base de que Patria, Revolución y Socialismo están fusionados indisolublemente» y se critica la «falsa unanimidad». La convocatoria al IV Congreso del PCC, celebrado en 1991, refutaba también la unanimidad. Sin embargo, se sigue reivindicando una doctrina de Estado que determina la existencia de una voluntad política única —la estatal— sobre las voluntades políticas presentes en la sociedad. Por ello, la unidad deviene unanimidad, pues expresa no una voluntad política unificada sino única: una soberanía popular concebida de modo unitario. Por otra parte, se establece una continuidad entre el uso actual del concepto y el contenido que la unidad poseía en 1959. Sin embargo, su plataforma partía entonces de organizaciones con carácter independiente, con una identidad caracterizada en su membresía y medios de comunicación propios. Hoy la convocatoria a la unidad no parte del reconocimiento previo de diferencias sustantivas de origen —en tanto organización político institucional de la diversidad de opiniones—, y termina conduciendo implícitamente al unanimismo, pues reclama la unión no desde la diferencia, sino desde la uniformidad.
Sería preferible afirmar el valor de la diversidad para desde ella construir articulaciones unitarias. Simultáneamente, sería revolucionario recuperar el nacionalismo democrático elaborado en Cuba por José Martí, que, sin marcar ideológicamente a la nación, procesa al unísono la inclusión social del pueblo y la igualdad política de la ciudadanía. La formulación de un nuevo proyecto de país supone aprender a procesar los desacuerdos, sin penalizar diferencias expresadas en virtud de un derecho fundamental, y considerar republicanamente el patriotismo: una pasión política que encuentra la patria allí donde se respetan todos nuestros derechos y nos exige lealtad al orden que lo hace posible.
Otro antiguo problema recurrente es que se anuncian fines extraordinarios y se propone un conjunto de medios ordinarios para alcanzarlos. Se conmina a la burocracia —calificada de enemiga pública del proceso de cambios— a deponer su poder y rendirse como actor político. Se le define simplemente como exceso de funcionariado, en lugar de encontrar el origen del poder burocrático en la carencia de control social, la cultura limitada de práctica de derechos y la desigualdad sostenida del consumo. Por ello, sería revolucionario «entrar a saco» al repertorio de principios que podrían impedir la reproducción de la burocracia como clase política: rotación frecuente de los ocupantes de cargos, límites temporales de mandato para todo el funcionariado, electividad de los cargos estatales que cumplen funciones públicas, incompatibilidad de funciones, autonomía de poderes públicos, canales de reclamación ante decisiones tomadas por funcionarios, combate contra los privilegios, apertura de la vía judicial para reclamaciones ante el mal desempeño de la gestión o lesión de derechos y, sobre todo, aquellos que atañen al control «externo» de la burocracia: estimular la autoorganización social para experimentar formas liberadas de organización de la vida personal, grupal y social, así como potenciar formas de poder negativo en manos de la ciudadanía que le permitan disputar con éxito decisiones estatales.
Se llama a «cambiar métodos y estilos de trabajo» —una demanda surgida hace varias décadas—, pero no se ventila política ni teóricamente la crítica del legado de los partidos «de vanguardia» en el siglo xx. Su desempeño produjo la expropiación por el liderazgo de la vida política en las bases partidistas, la burocratización extrema de su funcionamiento interno, la interacción impositiva con la sociedad, el extrañamiento «de las masas», la ideologización sectaria y excluyente del poder y la dificultad esencial para manejar la diversidad social.
El PCC no está sujeto a un deber constitucional de funcionamiento democrático ante toda la sociedad. Frente al incumplimiento de los deberes específicos del Partido, solo sus militantes pueden reclamar derechos. Esta diferencia entre derechos de los militantes y derechos de los ciudadanos respecto a la actuación de «la fuerza dirigente superior de la sociedad y el Estado» mantiene una tensión conceptual y política, no resuelta desde 1976, en lo que atañe a la participación política de la ciudadanía en igualdad de condiciones ante la ley. Resolver esta contradicción supone replantearse revolucionariamente las funciones del Partido y el Estado y sus identidades: el Partido debería cumplir una función «político moral» —según la definía Gramsci—, que se legitime en la interacción política igualitaria entre actores empoderados y abra canales eficaces de control sobre su propio desempeño a favor de la ciudadanía; y el Estado debe seguir un criterio institucional de la política —ser un ente público no restrictivamente ideologizado.
Se combate la corrupción y es perseguida a través de controles, inspecciones y normativas, pero también sería revolucionario otorgar el control sobre el proceso productivo a los trabajadores, para que sean estos quienes lo produzcan democráticamente en sus propias empresas, a través de un proceso de descentralización que empodere primero a los trabajadores y luego a los administradores y jefes.
Einstein aseguraba que era más fácil romper un átomo que un prejuicio. El prejuicio surge de —y justifica un— complejo material de intereses y una específica distribución de poder en la sociedad. Acabar con los prejuicios y los viejos hábitos necesita romper esa estructura nuclear, y encarar una redistribución del poder dentro de la sociedad cubana que privilegie las acciones encaminadas a —es el único privilegio que puede permitirse la democracia— sostener la política como un espacio abierto para la intervención del conjunto de la ciudadanía sobre las normas que rigen su destino.



El futuro


El proceso de debate sobre los Lineamientos del VI Congreso del PCC contribuyó a discutir más allá de los medios y de la planificación técnica de las reformas, y motivó el examen sobre la naturaleza de un nuevo modelo socialista. Ese debate apenas se inició, y está lejos de haber producido un consenso sobre el socialismo que se busca, en un mundo donde, por solo mencionar algunos, los casos de China, Venezuela o Corea del Norte recuerdan que no existe una representación única de este concepto.
Es necesario continuar esos debates, más allá de una discusión acotada sobre medios, que permitan ampliar intensivamente los contenidos del «pacto social», mediante un ejercicio genuinamente democrático. La política democrática es la construcción colectiva de sentidos y de medios para vivir de acuerdo con ellos. El sentido del «socialismo» debe ser procesado en confrontación con los imaginarios existentes en la Isla, con la historia social vivida por ella y debe ser el primer tema de una discusión abierta a la disputa de alternativas. La imaginación sobre la revolución en Cuba necesita, ciertamente, de una nueva experiencia civilizatoria de la sociedad en relación consigo misma, que se entienda como democratización de todos los órdenes de la vida social.
El curso político actual critica las «desviaciones y errores» cometidos por tradición, pero un sistema que debate solo sobre medios está siempre debatiendo a posteriori. No alienta una esfera pública que posibilite discutir los fines del sistema, para fortificar la vida política de la ciudadanía y la autonomía en la elección de sus fines. Sin embargo, la construcción de un espacio democrático supone, precisamente, albergar la lucha social por el sentido de lo político.
El lenguaje popular cubano repite con mucha frecuencia estas frases: «no es fácil» y «vamos a ver». Ambas expresan un sentido inscrito en la cultura política nacional: todo lo fácil se convierte en difícil, lo difícil en imposible y se cree únicamente cuando se ve.
«No es fácil» asumir con éxito desafíos de la magnitud de los que se debaten en Cuba: defender la diferencia, promover la diversidad y combatir la desigualdad y la discriminación; trasformar el sistema estatal —el último Congreso del PCC que se pronunció sobre esto ocurrió en 1991— para hacerlo más representativo, garante de formas eficaces de participación ciudadana y de toma pública de decisiones; democratizar la propiedad y su gestión; potenciar la economía política popular sobre la economía del capital; establecer una planificación democrática para la economía; separar rigurosamente el Partido del Estado y fortalecer ambos para sus funciones respectivas; delimitar las atribuciones entre órganos elegidos y no elegidos; restituir el peso de las instituciones y de las organizaciones sociales en la vida pública nacional; promover el desarrollo institucional del gobierno; postular una política firme de desarrollo de la infraestructura de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación, y del acceso masivo a ellas; afrontar el relevo político generacional; estipular una reforma migratoria que defienda los derechos ciudadanos y proteja la seguridad nacional; propiciar que el sector estatal y el no estatal sean responsables social y ambientalmente; organizar formas materiales desmercantilizadas de organización de la cultura y el esparcimiento; descentralizar el poder político de modo que sea posible hacer política nacional desde lo local; recomponer el tejido nacional a través de una nueva relación con la emigración cubana; establecer relaciones soberanas e independientes y al mismo tiempo negociadas con el gobierno de los Estados Unidos; superar el bloqueo norteamericano y evitar la sujeción del país a la cultura mercantil si este fuese levantado; entre muchos otros.
«Vamos a ver» si puede radicalizarse democráticamente el socialismo. Pero el nacional escepticismo que contiene la frase puede ser derrotado solo con garantías: «ver para creer».
Hasta el momento, no ha habido marcha atrás en las decisiones aprobadas por el VI Congreso y se están tomando a través de un cauce institucional, que impide su retroceso por decisiones unilaterales. Es necesario que la Conferencia Nacional abra un camino más allá de su documento base, hacia todo lo que necesita el país en este momento.
Con todo, la democracia es siempre una pedagogía: se «ve» lo que a diario se actúa, se educa y se vive. Una política democrática construye las garantías y auspicia con ellas su esperanza: inscribe su fuerza y construye sus derechos desde abajo, escribe en la ley el contenido de su poder y sus derechos, desarrolla su Constitución según los cambios en las condiciones del proyecto, la reforma democráticamente, se obliga a cumplirla y establece consensos sobre sus retos. Quizás se encuentre aquí un camino para llegar a un nuevo lugar. Esto no es una utopía, es un ideal: ser para creer.






Nota:

[1]: Este texto se escribió originalmente para la revista Socialism and Democracy, de los EEUU. Esta versión en español ha aparecido en la revista cubana Temas.

Julio César Guanche es un jurista y filósofo político cubano, miembro del consejo editorial de SinPermiso, muy representativo de una nueva y brillante generación de intelectuales cubanos partidarios de una visión republicano-democrática del socialismo.  


domingo, 26 de febrero de 2012

CUANDO SALí DE CUBA...

Dice un proverbio árabe
libros, camino y días, dan al hombre sabiduría...
No me atrevería yo a decir que hemos regresado más sabios de Cuba porque nuestro camino era de sal y los días muy pocos para tantos libros. Porque cuando uno se aventura a cruzar el océano y poner los pies en aquella isla, debe desterrar la idea de llevar a cabo conquista alguna y saber rendirse a todo lo contrario. Ya de vuelta, mi única certeza es que volvemos más ricos y con los bolsillos repletos...

De palabras que habíamos olvidado aunque sigan en el diccionario.
De rincones impregnados de historia.
De imágenes distintas sobre fondo turquesa.
De proyectos comunes renovados.
De utopías tangibles.
De conversaciones inteligentes al compás de un daiquirí.
De música viva en cada esquina.
De personas sencillas que comparten su talento con humildad ejemplar.
De sonrisas honestas y generosas.
De amigos nuevos que se comportan como viejos amigos.
De poesía, por supuesto.
Y de buen humor, sobre todo.
Gracias, Habana, por este son.

sábado, 25 de febrero de 2012

ENTREVISTA CON SOLEDAD CRUZ

Realizada por Cubainformación hace ya algún tiempo y que ilustra el interés que han tenido para nosotros tantas conversaciones con personas como Soledad, como Chely Tuero o como Awilda Palau, que han vivido desde puestos profesionales y experiencias personales momentos muy importantes de la más reciente historia cubana... y del Caribe.

Enlace.

viernes, 24 de febrero de 2012

JAVIER EGEA, EN LA MEMORIA


Presentación, en la Feria del Libro de La Habana,  de la edición cubana de "Troppo Mare", de Javier Egea. Con la presencia de Susana Oviedo y de Luis Toledo Sande.

FOTOS CANAL HABANA TV

Juan Carlos Travieso, Fidelito Díaz Castro, José María Alfaya

Apañando apariencias


Guitarreos previos

Marta Campos

Mónica Yebra

Pepe Tarduchi

En formación





Ultimos ajustes

Transferencia de tecnología


Implantación de recursos energéticos

miércoles, 22 de febrero de 2012

REFLEXIÓN Y ACCIÓN

Hemos recibido un mensaje de Awilda Palau en el que se comprueba que, en cuanto nos vió tomar el avión, se lanzó a hacer por su cuenta todo lo que nosotros no habíamos sabido hacer antes. De manera que la aventura cubana, al final, no ha sido sólo un deambular de chiringuito en chiringuito, a guitarrazo limpio, sino que, como si de una alta autoridad "discreta" se tratara, las puertas que había que abrir (y no supimos cómo) se le abrieron a Awilda y nuestras iniciativas carildianas y cubanas han recibido un claro empuje.

Ahora se trata de que el Círculo Decisorio de La Discreta se ponga a la altura de la motivación Palau-viana. Y se me ocurre: ¿Por qué no se nombra a Awilda Palau Presidenta de Honor de La Discreta Academia y Embajadora Permanente para el Caribe?

Otra pregunta: ¿Puede leer el Círculo Decisorio de La Discreta el mensaje de Awilda y permanecer en silencio?


Nota aclaratoria. 

Hablábamos de reflexión final, no de reflexión única. Y esta reflexión no supone forzosamente la paralización de este blog. Primero porque faltan imágenes por subir. Segundo porque no le hace la competencia al otro blog discreto, dedicado a la Literatura. Este puede ser el cuaderno de bitácora de la tramoya que sostiene el espectáculo discreto. Y como el espectáculo es tan jugoso como uno lo sepa contar, permitan que, por lo menos hasta agotar los materiales que hemos obtenido en Cuba, les contemos nuestra versión de tantas cosas como hemos visto.

martes, 21 de febrero de 2012

REFLEXIÓN FINAL (con correcciones y añadidos)

(Para una entrevista con Luis Toledo Sande).




...Lo primero que me alucinó fue ver las colas de gente esperando entrar en la Feria del Libro. Luego, las colas de gente comprando libros. Además, el ambiente familiar, colectivo... me recordaba las Fiestas del PCE en la Casa de Campo, de Madrid, en sus buenos años.

Luego me llamó la atención el precio de los libros, luego el número de editoriales, más tarde la multitud de actos de presentación, no sólo en El Morro-La Cabaña, sino por toda la ciudad: Centro Pablo de la Torriente Brau, UNEAC, Sociedad Cultural José Martí...

Disfruté del buen humor, de la infinita amabilidad de los habaneros, de la facilidad de palabra y la adaptación a cualquier circunstancia de lo cotidiano. Me llamó mucho la atención el respeto formal en las conversaciones, aún en los debates con puntos de vista contrapuestos. Me reí a carcajadas en el Patio del EGREM con Bladimir Zamora ejerciendo de anfitrión de trovadores españoles necesitados de una urgente alfabetización en conocimientos de quién es quién en la música cubana. Me reí mucho más cuando trovadores y público asistente cambiaron por un largo y apasionante momento, el cántico conjunto de las canciones de la reciente trova, a golpe de voz y guitarra, por un no menos intenso debate sobre jerarquías (o no) musicales y sociopolíticas de los monstruos "sagrados" (pero al alcance de la palabra crítica de los "feligreses") de la Nueva Trova, que terminó con votaciones y vivas a la Dialéctica, rifirrafe de opiniones enfrentadas entre el papel de la Nueva Trova y de la trova más reciente a la hora de fotografiar lo cotidiano y reconciliación inmediata con más canciones a todo pulmón.

Agradecimos la generosa acogida a nuestro trabajo "caribeño". Cantamos a Soledad Cruz, Etnairis Rivera, Julia de Burgos y Carilda Oliver y la gente nos escuchó con respeto y hasta con emoción. No se nos olvidarán las sensibles lágrimas de la joven locutora de Habana Radio mientras le cantábamos a Carilda Oliver.

Estuvimos muy cómodos en el programa de tv "Entre manos", en buenas manos diría yo: Marta Campos, Juan Carlos Travieso, y todo el resto del equipo nos hicieron partícipes de su buen hacer y de su travieso (por el director, quizás) sentido del humor. Mención especial merece ese huracán (benévolo) tropical que responde al nombre de Fidel Díaz Castro, al que siempre agradeceremos que nos bautizara por inmersión en el Patio del EGREM y en La Utopía (¡qué bello concepto para aliviarnos de lo que está cayendo!).

Fue también un momento especialmente fructífero de encuentros: con jóvenes poetas venezolanos, con una potentísima delegación chilena  de la Corporación Cultural de Antofagasta, siempre, como dice Eduardo Galeano, olvidando infecundos periodos "en el que la izquierda confundía la seriedad con el aburrimiento".
Cierto que tuvimos que lamentar no poder, no alcanzar a establecer todos los contactos que hubiéramos deseado, a todos los niveles: Con Zuleica Romay, Aida Bahr, Roberto Zurbano, Carlos Padrón, Nelson Dorr, Teresa Melo, Irina Bernal... y Carilda Oliver. Cierto también que apenas pudimos salir de La Habana y se nos queda para otra ocasión visitar Santiago, Santa Clara... Cierto, en última instancia afortunada, que Awilda Palau hizo, nada más marcharnos nosotros, lo que no pudimos y supimos hacer a lo largo de nuestra intensa estancia, de manera que La Discreta ha estado finalmente asomada a los ámbitos donde se pueden plantear proyectos e iniciativas.

Al menos pudimos compartir momentos, mucha conversación cruzada y alguna reposada con Awilda Palau y Etnairis Rivera, con Soledad e Isadora Cruz, con Chely Tuero, con la familia Mir Mesejo... Con Luis Toledo Sande, de Bohemia,  Eduardo de Llano, del ICAIC, con Guillermo Nova, de Cubainformación, con no menos de dieciocho taxistas parlanchines y un cochero. Con cubanos españoles y españoles cubanos. Con Susana Oviedo y Javier Egea (in memoriam), Con Aitana Alberti. Con músicos y danzarines callejeros. Con cantautores y trovadores. Y adquirimos (a título personal, claro) algunos compromisos: Con Isadora, con Awilda, con Julia de Burgos en su calle de Manhattan. Los cumpliremos con discreción o sin discreción, pero no cabe duda de que es el momento de que Awilda pronuncie una fatwa sobre lo que hay que hacer para que La Discreta (y los discretos) sepan a qué atenerse, que es muy fácil de realizar: Estar tal día y a tal hora en Manhattan para honrar a Julia de Burgos y, en momentos más descansados para los responsables cubanos, acordar la reedición del cd "A Julia sin lágrimas" en Cuba a partir del trabajo ya grabado en España. Pero puede haber otros proyectos de colaboración y hay posibilidades de una amplia participación cubana. Vuelvo a decir que es un trabajo para La Discreta pero si la organización actual no puede, será trabajo más que honroso de algún indiscreto que rompa amarras con la discreción. Y no hablamos sólo de música.

(Nota posterior a la primera redacción: Se cumplió lo de la fatwa de Awilda. Awilda habló y a los gallos que kikirikean se les puso conciencia de hormigas trabajadoras).

Es evidente que tenemos que volver a Cuba. Ustedes lo han provocado y el que avisa no es traidor. Tenemos que volver a Cuba para terminar o emprender contactos de colaboración entre personas y entre editoriales. Seguimos con la ilusión de que en Cuba podamos publicar a Julia de Burgos en colaboración con el ICL y que podamos publicar en España a Carilda Oliver y ofrecerle sus poemas musicados desde nuestra sensibilidad, que no es más que fruto de la admiración y así esperamos que se entienda, porque Ediciones de La Discreta es tan española como poco comercial y está más que preparada para la coedición, el copago, la colaboración, la cooperación, la coordinación de proyectos que unan el Caribe con la vieja piel de toro en el terreno de lo cultural, empezando por el mutuo conocimiento y difusión.

Es gozoso pensar que volveremos a Cuba. Pero que conste que también esperamos tener la ocasión de recibir a nuestros amigos cubanos en España para ir alternando los escenarios de la complicidad. No faltarán ocasiones, espero, de seguir conociéndonos, juntándonos para hacer en común cosas aparentemente corrientes como un libro, un disco, una descarga de trovadores... pero puestas al servicio de lo colectivo, de -como decía una experimentada militante chilena- la inteligencia del pueblo organizado.  Si algo se aprende rápido en Cuba es que la capacidad individual no se ha separado dramaticamente -como en Europa y más pateticamente en España- del porvenir comunitario. Ahora que, en mi opinión -claro-, lo que nos daba el nivel común de bien estar está amenazado y carcomido incluso en el nivel de exigencia de una buena parte de la sociedad española, reconforta saber que el sentido de lo colectivo sigue aguantando en Cuba. Serán las nuevas generaciones de uno y otro lado las que decidan los porcentajes que mantengan el equilibrio para la mayoría de la sociedad, pero no nos cabe la menor duda de que si se necesita cultura, solidaridad y gestión de dificultades, nuestros amigos cubanos tienen mucho que enseñarnos. También tendrán, viendo las nuestras (las dificultades) una mejor percepción de lo que son verdaderamente las pretendidas "ventajas de la civilización occidental", frase maravillosa con la que un profesor egipcio cooperante en Argelia me justificaba la opción de haberse comprado unos muebles viejos del tiempo de la colonia francesa en el "marché aux puces", en vez de colocar unas colchonetas moriscas como hacíamos el resto de los cooperantes en nuestras casas de "progres".

Hasta pronto, Isla Mágica. Ahora entiendo por qué se dice que "más se perdió en Cuba" y aunque aquello ni lo perdí yo ni lo considero personalmente tan mío como para sufrir de una pérdida en lo individual, te deseo poder seguir compartiendo contigo lo mucho que nos une para que nada nos separe.

lunes, 20 de febrero de 2012

REFLEJOS ENTEROS EN MEDIOS


Que conste que la foto está trucada: le pedimos a Pepe Tarduchi que compusiera la provocación para no caer en autocomplacencias indiscretas. Nos han demostrado un generoso interés los amigos, cubanos  y españoles, y aquí enlazamos unas referencias:





MOMENTOS


ENTRE POETAS, BILINGUES Y PLANTAS TROPICALES:
Jardín de la UNEAC.

COMPARTIENDO INFORMACIÓN: Awilda Palau, Isadora Cruz, Mónica Yebra.
AL FONDO: Poniéndose de acuerdo Caneiro y Alfaya.


VEGETALES Y...

METALES.