Permítanme nuestros amigos cubanos que les "coloque" este intenso y extenso artículo por aquello de darles pistas sobre lo que está pasando acá. Hay otras opiniones pero no me gustan y desconfío de los que las comunican. En cambio estoy de acuerdo con los autores (a uno lo conozco personalmente) y llevo mucho tiempo siguiendo sus análisis en esta admirable publicación, altamente recomendable, que es SIN PERMISO. Claro que eso sólo garantiza la coincidencia de unos cuantos, que tendrá que ser de muchos más para que podamos "sublevarnos" con perspectivas de éxito.
Reino de España: lo poco espanta, lo mucho
amansa y lo demasiado subleva
Antoni
Domènech · G. Buster · · · · 02/04/12
"Lo cierto es que por
mucho que se empeñe y presione el eurogrupo, la aplicación estricta de los
recortes y la 'consolidación fiscal' se enfrenta a insuperables dificultades
técnicas: los hechos mismos y una visión macroeconómica mínimamente sensata
deberían haberles enseñado ya lo que el hiperpolítico doctrinarismo ideológico
neoliberal de las últimas décadas parece haberles hecho perder de vista, y es a
saber: que la reducción del déficit público en presencia de una enorme deuda
del sector privado no es cosa que entre en la esfera de la discrecionalidad
político-económica de ningún gobierno, se ponga como se ponga."
Al
cumplirse los cien días de su gobierno, el PP anda ya atrapado en el círculo
vicioso de la táctica del "mal menor". El "mensaje de confianza"
que pretendidamente habría de enviar su mayoría absoluta a los
"mercados" ha trocado en una intervención de facto del eurogrupo tras la fallida finta de
Rajoy sobre el déficit fiscal: no solo le han impuesto el objetivo del 5,3%,
sino que, ad deterrendum,
han retirado el chorro de liquidez del BCE a la banca española, disparando el
diferencial de la deuda, y le exigen ahora una "legislación de
emergencia" para poner por obra los presupuestos de 2012.
El
"mensaje a los mercados" enviado por las elecciones andaluzas y asturianas es que el PP puede perder en menos de
tres meses medio millón de votantes. Y el de la huelga general del 29-M, que no
va a poder contar con la amedrentada resignación social de los trabajadores,
activos o parados. Rajoy no tiene enfrente aún ni siquiera una opción de
alternancia de gobierno, huelga decirlo. Pero se ha encontrado con unas
escarnecidas direcciones sindicales –más desnortadas aún que acomodaticias, durante
años— que, cruzado el Rubicón de una contrarreforma laboral radical y hasta
obscenamente proempresarial, se juegan ahora su propia existencia. A la fuerza
ahorcan, y CCOO y la UGT se aprestan resueltamente a una larga resistencia
encaminada a hacer retroceder esa contrarreforma. Por lo demás, la crisis
financiera del Estado de las Autonomías amenaza con convertirse en una crisis
de Estado sin más.
En una
semana, el panorama político ha cambiado sustancialmente. Con la debacle de
Zapatero, la derecha política y mediática le había "perdido el
respeto" a la izquierda social; ahora empieza a preocuparle por lo menos
tanto como Bruselas, y no parece tener otra respuesta a mano que la de situarse
defensivamente en la táctica del mal menor de los gobiernos tecnocráticos tan
displicentemente desdeñada hasta ayer: ya se nota, y por lo magnífico, en la
crecida incoherencia de la actividad y del discurso de un desmadejado gobierno
Rajoy.
De victoria
pírrica en victoria pírrica, los esperados presupuestos de 2012 siguen llegando
por entregas. No sólo son política y socialmente inaceptables para buena parte
de la propia base electoral del PP –y aun para una sector de su núcleo más
irrealista, mentalmente colonizado por la ilusa locura doctrinalmente neorreaccionaria—,
sino que los objetivos declarados de los mismos parecen a cada vez más gentes
técnicamente inalcanzables. El brutal ajuste para los trabajadores, mientras se
amnistía a los defraudadores, no parece ser el método más a propósito para
alcanzar la estabilidad presupuestaria (1).
La
HG que venció al miedo
Las huelgas
generales, suele decirse, estallan sobre todo por dignidad. No es necesario
recurrir al brillante confusionario que fue George Sorel para saber que son un
acto de voluntad del pueblo trabajador dispuesto a volver a ocupar la
centralidad política que se le niega. En la del pasado 29 de marzo se ha podido
comprobar una vez más. Por eso nadie ha entrado en el juego de las valoraciones
numéricas (2). Al contrario: el discurso dominante de
la derecha más realista con responsabilidades en el mando político –a
diferencia de sus obnubilados turiferarios mediáticos— ha sido el de la
"normalidad" de la Huelga General, descontada ya en el Haber de las
partidas contables de Rajoy desde su toma de posesión: prefieren reforzar la
idea de la perfecta inutilidad del ejercicio de este derecho perfectamente
constitucional, sin dejar, obvio es decirlo, de agitar deslegitimadoramente el
miedo a los "incontrolados"(3).
Lo mucho
amansa y amedrenta: toda la preparación de la huelga por las centrales
sindicales ha venido a ser un argumento contra el miedo. Un miedo profundo
nacido de los más de cinco millones de parados y del más de medio millón
adicional previsto y anunciado por el propio gobierno (4), de un 34% de precariedad, de unos
sueldos medios hundidos por debajo de los mil euros, de los desahucios, de una
crisis, en fin, definitivamente enquistada y en la que el desempleo sin
horizontes de reincorporación a la vida laboral trae consigo el desclasamiento
y la pérdida de derechos. La clase obrera del Reino está troceada por el
mercado laboral entre fijos, precarios y parados, mujeres y jóvenes. Ante la
demasía de la contrarreforma laboral, apenas había tiempo para efectuar un giro
estratégico de 180 grados en una actividad sindical arrellanada básicamente por
décadas en el "diálogo social" –por muy dudosos que fueran sus
frutos, cuestionados, entre otras cosas, por siete Huelgas Generales previas—,
aceptar galanamente el vértigo de su fin "después de treinta años"
(Toxo dixit) y prepararse
para un muy distinto escenario de escalada del conflicto social y agudización
de la lucha de clases. No es casualidad que los primeros en reaccionar fueran
los sindicatos obreros nacionalistas vascos y gallegos, que siempre vieron ese
"diálogo social" con harto mayor escepticismo.
La
inseguridad de las direcciones y los cuadros de los sindicatos mayoritarios
ante la necesidad de dar un giro explícito, de reunificar en una sola
"narrativa" reivindicativa la dispersión de las experiencias obreras
ante la crisis, de hacer creíbles y valederas las perspectivas de lucha frente
a la resignación, saltaba a la vista. Más aún cuando quien empujaba a un
enfrentamiento prematuro, buscando el descalabro sindical, era Rajoy. Al final,
Rajoy ha manejado tan mal los ritmos en el terreno sindical como en el
político. El retraso en la presentación de los presupuestos generales
–supeditado a unas elecciones andaluzas planteadas como plebiscito de la
política de su gobierno—, los torpes desafíos al eurogrupo, la aceleración
político-sacrificial de la contrarreforma laboral y la jornada de Huelga
General, con las masivas
manifestaciones en las ciudades españolas, grandes y pequeñas: todas las
sinergias han discurrido en su contra.
La Huelga
General ha sido un éxito: ha parado todo el sector industrial, los puertos, una
parte esencial del transporte urbano, la enseñanza pública, las televisiones
públicas –¡hasta la inefable Telemadrid de la señora Aguirre!— y el grueso de
la prensa; en menor medida,
el comercio y el sector servicios. Los piquetes informativos han ocupado las
ciudades y los pueblos. En las fábricas, en las escuelas, en los institutos, en
las universidades se ha dado un intenso y vigoroso proceso de deliberación
democrática (facilitado por el correo electrónico) desconocido desde hace muchos
años. La unidad de acción sindical no tiene precedentes, sobre todo en Euskadi,
y se ha hecho notar. Las manifestaciones en todas las ciudades, ya quedó dicho,
han sido masivas. Sin excepciones. Barcelona y Madrid, pero también Valencia,
Sevilla, Bilbao o Santiago, se han volcado en la calle.
Tras
la HG, la movilización continúa
La
izquierda social ha pasado en muy poco tiempo del espanto de lo poco al
amansamiento de lo mucho, y ahora, a una incipiente sublevación contra lo
demasiado, a la resistencia colectiva. El miedo sigue ahí, claro está, porque
nace de causas estructurales y objetivas. El quid de la estrategia sindical está en
buena medida en la gestión en positivo de ese miedo, en darle cauce hacia un
proceso prolongado de conflictividad social, impuesta quieras que no por la
desapoderada ofensiva de la derecha neoliberal española y europea. Los
discursos de los secretarios generales de CCOO y UGT en la manifestación de
Madrid fueron muy ilustrativos en este sentido. Resistir el pulso y cambiar a
su favor la degradada correlación de fuerzas exige movilizar al conjunto de los
trabajadores y ampliar esa movilización con una alianza ciudadana en defensa
del gasto social y del Estado democrático y social de derecho.
Tanto Toxo
como Méndez son conscientes de que se han visto inexorablemente arrastrados a
un conflicto de suma cero con el gobierno Rajoy y la patronal (5). De que sólo se podrá detener el
desarrollo de la contrarreforma laboral con una acumulación de fuerzas a su
favor que implique la erosión de las bases sociales y electorales del PP, y de
que la negociación pasa ante todo por el reconocimiento de los sindicatos como
interlocutores legítimos de los trabajadores cuando el objetivo de la derecha
política, mediática y académica es deslegitimarlos, en la idea de que ésa es la
vía más rápida para imponer una "devaluación interna" suicida para la
economía de nuestro país, única estrategia de salida y gestión de la crisis que
deja la UE a las clases rectoras pretendidamente "nacionales".
El
emplazamiento al gobierno de Rajoy a rectificar y a reconocer a los sindicatos
como interlocutores sociales corre paralelo a una continuación de la
movilización en dos frentes: la defensa frente a las represalias de la patronal
contra los sectores más débiles que han participado en la HG y la
profundización del giro estratégico interno en los cuadros y las secciones
sindicales con una preparación intensa de las manifestaciones del 1º de Mayo.
Como
oportunamente observa nuestro amigo Albert Recio, en el arsenal sindical hay muchos instrumentos
además del de la Huelga General, que no puede convertirse en una recurrente
apuesta a todo o nada en las actuales circunstancias sociales dimanantes de la
crisis. Una primera respuesta táctica ha sido combinar el paro obrero con las
manifestaciones ciudadanas masivas, como viene ocurriendo en Francia, Italia o
Grecia, para integrar en la movilización no sólo a quienes se ven obligados a
trabajar en los servicios mínimos, sino también a quienes no tienen la
autonomía social imprescindible para ejercer el derecho a la huelga, a los
parados, a los precarizados y a los afectados por los ajustes destrasteadores
del Estado social. La movilización hay que entendería como un largo proceso de
acumulación de fuerzas y autoilustración de la izquierda social y de tejido de
alianzas con las distintas capas sociales medias crecientemente golpeadas por
una crisis, frente a la cual, lejos de ofrecer remedios, las obtusas políticas
procíclicas dominantes lo que manifiestamente ofrecen es su agravamiento en
daño de los más (y en provecho de los menos).
El 1º de
Mayo es el plazo dado por los sindicatos al gobierno Rajoy para sentarse a
negociar. Si no hay una respuesta satisfactoria, Toxo y Méndez han adelantado
que ese día anunciarán una nueva "hoja de ruta" de las
movilizaciones, incluida, si es preciso, la convocatoria de una nueva HG.
Las
presiones del eurogrupo y la devaluación de la "marca España"
A estas
alturas, empieza a ser patética la "diplomacia económica" de la
"marca España". El ministro de economía, Luis de Guindos –que dicho
sea de pasada finge una dicción castellana ridículamente trastabillada por el
afectado tartamudeo de las clases altas británicas—, puede asegurar tan
ricamente en el eurogrupo: "estoy convencido que España dejará de ser un
problema, especialmente para los españoles, pero también para la Unión
Europea" (FT 31-3-2012).
Pero lo que entienden sus colegas es exactamente lo contrario, empezando por
Mario Monti, que teme el contagio, desde luego, económico, pero también social,
a Italia. Por eso actúan en consecuencia.
El
Parlamento alemán ha aprobado finalmente, tras más de seis meses de debates, su
aportación imprescindible al Fondo de Rescate: alcanzará los 700.000 millones
de euros (200.000 millones asignados ya para Irlanda, Grecia y Portugal, que
tendrá que ser rescatado por segunda vez). La condición ha sido el fin de la
barra libre de creación de dinero y préstamos al 1% a la banca privada europea,
una iniciativa del BCE de Draghi con la que se había mantenido el diferencial
de la deuda pública española por debajo de los 350 puntos y el 5% de interés.
En términos prácticos, se retira así a la banca privada del negocio de la compra
de deuda pública, un negocio que, al tiempo que contenía el diferencial de la
deuda pública española, aseguraba los beneficios de esa banca y su
recapitalización parcial. La estrategia económica del gobierno Rajoy –como la
de Monti en Italia— ha quedado sin báculo, y ha vuelto a dispararse el
diferencial de la deuda. Es la forma de presión mas dura del eurogrupo para
acabar de empujar al gobierno Rajoy al abismo de una aventurera
"devaluación interna", cualesquiera que sean sus consecuencias electorales
y de agudización del conflicto social.
Al
eurogrupo, reunido el día siguiente a la HG –con las llamaradas de Barcelona en
primera plana de la prensa nacional e internacional—, le ha costado un poco más
hacer suyo el discurso de la "normalidad" de Guindos. Ha apoyado, es
cierto, esos presupuestos (dicho sea de paso: antes de que fueran aprobados por
el propio gobierno o aun conocidos en las Cortes), pero exigiendo una
"legislación de emergencia" para su estricta aplicación antes de
junio, temeroso de la acumulación de resistencias autonómicas –sobre todo, a la
vista de la inopinada derrota conservadora en Andalucía— y de una resistencia
sindical, a la que la HG del 29M ha hecho más creíble, y por lo mismo, más
temible. Por si no fuera suficiente esa presión –tan plástica y ocurrentemente
escenificada por el presidente del eurogrupo, Juncker, con la broma del
fotogénico estrangulamiento de Guindos en la anterior reunión—, se lanzó una
interesada campaña de rumores sobre una supuesta petición de ayuda al Fondo de
Rescate para la reestructuración del pasivo inmobiliario de la banca española,
lo que provocó una significativa caída en bolsa del sector financiero español,
mientras subía el del resto de Europa.
Resulta
evidente que no solo manda "señales a los mercados" el gobierno de
Rajoy. También lo hace, y de qué manera, el eurogrupo y, por supuesto, la
población trabajadora con su HG y sus manifestaciones masivas. Con tantas y tan
encontradas señales, no es de extrañar que la marca España se devalúe mientras
los "mercados" se limitan a atenerse –como siempre— a la búsqueda de
beneficios.
Los
presupuestos del ajuste, para los trabajadores, la amnistía fiscal, para los
defraudadores
Aunque
hasta el próximo martes, 3 de abril, no se conocerá en el Congreso de los
Diputados el contenido exacto de los presupuestos, el gobierno Rajoy, en su
sinuosa estrategia de comunicación, ya ha adelantado sus líneas generales luego
de la aprobación del proyecto en Consejo de Ministros. La "mayor
consolidación fiscal de la democracia" (Montoro dixit) supone un ajuste de
27.000 millones de euros –que viene a sumarse a los 15.000 millones de enero—,
a fin de situar el déficit público en el 5,3% exigido por la UE, en la vía del
3% exigido para el 2013 (6).
En total, 42.000 millones, ¡casi un 4% del PIB! Muchos han hablado –algunos,
hasta con jactancia— de "presupuestos de guerra"
La media de
recorte de gasto de los distintos ministerios se sitúa en el 17%. Pero el
Ministerio de Asuntos Exteriores y de Cooperación ve reducido el suyo en un
57%, lo que supone el fin de la cooperación española y la reducción de la
diplomacia de "gran nación" (Margallo dixit) a los corredores y
descansillos de la UE. Fomento, el principal impulsor y catalizador del gasto
público en infraestructuras, ve el suyo reducido en un 35%. Otros ministerios,
sin embargo, como Defensa, se salvan con un recorte del 8,8% ante la abrumadora
deuda de más de 20.000 millones contraída en la adquisición de armamento en los
últimos años. También Justicia (-6,3%), o Interior (-4,3%).
Como
muestra de la orientación presupuestaria, las políticas activas de empleo
sufren un recorte de 1.557 millones (21,2%). Aunque el paro es la principal y
obsesiva preocupación de los ciudadanos (87%, según el CIS), el ministro de
Hacienda, Montoro, ha explicado que "no se puede seguir financiando
servicios porque tengan un buen nombre". La inversión real cae en un 19,6%
y las transferencias de capital en un 46,4%, afectando especialmente a las
Autonomías.
En el capítulo
de ingresos, el Gobierno Rajoy no se ha atrevido a una subida del IVA o de la
gasolina tras la del IRPF el 30 de diciembre. Sí del impuesto sobre el tabaco
(+150 millones) o de las tasas judiciales (entre 200 y 300 millones
adicionales). Donde las medidas comienzan a ser más que cuestionables es con la
indecente amnistía fiscal para los defraudadores, de la que se espera el
afloramiento de unos 25.000 millones en dinero negro, con un gravamen especial
único para el presente año del 10%, lo que reportaría a la hacienda española
unos 2.500 millones de euros. Aunque el impuesto de sociedades se mantiene en
los tipos aprobados en diciembre, se reducen selectivamente las deducciones
–que hacían que la recaudación sólo fuera del 9,9% real—, lo que haría aumentar
hipotéticamente los ingresos hasta los 19.564 millones (desde 2007 se han
desplomado en un 64%, hasta los 16.000 millones de 2011). Si los beneficios en
el extranjero de las empresas transnacionales españolas no tributaban, ahora se
intenta favorecer una repatriación de capitales para su recapitalización, con
una tasa reducida del 8%.
El
principal problema de estos presupuestos, que no podrán ser analizados en
detalle hasta que se hagan públicos, es el del escaso crédito técnico que
merecen. A la obvia dificultad de su carácter abiertamente procíclico en plena
zambullida en una segunda recesión (estimada por la OCDE en -1,7% del PIB para
2012) que mermará ineluctablemente el ingreso recaudatorio procedente de un
sector privado en proceso de desapalancamiento de la enorme deuda acumulada,
han de añadirse las dificultades dimanantes de la creciente conflictividad
social y de la crisis autonómica. Lo cierto es que por mucho que se empeñe y
presione el eurogrupo, la aplicación estricta de los recortes y la
"consolidación fiscal" se enfrenta a insuperables dificultades
técnicas: los hechos mismos y una visión macroeconómica mínimamente sensata
deberían haberles enseñado ya lo que el hiperpolítico doctrinarismo ideológico
neoliberal de las últimas décadas parece haberles hecho perder de vista, y es a
saber: que la reducción del déficit público en presencia de una enorme deuda
del sector privado no es cosa que entre en la esfera de la discrecionalidad
político-económica de ningún gobierno, se ponga como se ponga. El que, además,
los hipotéticos ingresos recaudables descansen esencialmente sobre la subida
del IRPF, es decir, los salarios, mostrándose más que flexibles en los
impuestos sobre sociedades, en definitiva, sobre el capital –que "para eso
hemos ganado las elecciones con mayoría absoluta", como no se cansan de
recordarnos—, no puede dejar de ser percibido por la población sino como una
manifiesta injusticia, y añadir combustible al fuego del conflicto social.
"Activos"
y "pasivos" políticos
Los
inopinados fracasos políticos del PP en las elecciones andaluzas y asturianas,
el éxito de la Huelga General del 29 de marzo y la creciente presión del
eurogrupo han creado una nueva situación política a los cien días de la
victoria por mayoría absoluta de Rajoy. Su margen de maniobra se estrecha
rápida y drásticamente, al tiempo que comienza a erosionarse el cimiento de su
base social y a reactivarse la capacidad y la voluntad de resistencia de la
izquierda social.
El mayor
"activo" del gobierno Rajoy es su mayoría absoluta en el Congreso,
con cuatro años por delante. Puede apoyarse en su dominio mayoritario de los
gobiernos autonómicos, aunque escapan a su control autonomías esenciales como
Andalucía y Cataluña, y parcialmente, País Vasco. Eso le obligará a gestionar
asimétricamente la crisis del Estado de las autonomías, una crisis que se le
complica con el cuestionamiento soberanista en Cataluña y Euskal Herria, con
elecciones previstas en los dos próximos años. Su hegemonía institucional y
política precisa, para mantenerse, de un consenso social mínimo que evite la
erosión de su base social y mitigue o ahogue una conflictividad resistencial
socavadora de su crédito ante los "mercados" y la UE.
El mayor
"pasivo" de la izquierda social es que no cuenta con una gran
referencia política mínimamente creíble. Tras su descalabro electoral, perdida
toda autoridad moral como partido de oposición seria al desastre económico,
social y político nacional, el PSOE sigue como si tal cosa anclado en su
aspiración mínima de alternancia bipartidista, prisionero del suicida giro
neoliberal de Zapatero en mayo de 2010. Cada pregunta del PSOE en las sesiones
de control al gobierno en el Congreso de los Diputados termina callándola la
derecha con el consabido "y tú, más". Hurgar, ya sea
superficialmente, en la hemeroteca monta tanto como sacar los colores al
dirigente socialista de turno que se atreva a decir esta boca es mía. Un
ejemplo tristemente patético fue la intervención de Soraya Rodríguez, la
esforzada e incipiente portavoz socialista actual, sobre la contrarrreforma
laboral: para destruirla, le bastó a la recrecida vicepresidenta Sáez de
Santamaría leer en voz alta algunas de las expeditivas intervenciones de
Rubalcaba como ministro del interior de Zapatero con ocasión de la
contrarreforma laboral de 2010.
El ridículo
ejercicio de una pretendida "oposición útil" sigue desplomando
electoralmente al PSOE. En Andalucía y Asturias, la derrota del PP no se debe a
una recuperación socialista, sino a la visible erosión de las bases electorales
de la derecha y a un trasvase de votos –por vez primera, muy notable— del PSOE
a IU y, en mucha menor medida, a UPyD. Una sola diputada del PSOE se sumó a la
huelga, mientras el resto del grupo parlamentario se sometía a la disciplina
impuesta en la mesa del Congreso dominada por el PP. Su actividad parlamentaria
incluyó abstenerse disciplinadamente ante la convalidación del Real Decreto del
Fondo para el pago a los proveedores de las administraciones locales,
abstenerse igualmente en las enmiendas de la izquierda federalista y
soberanista a la Ley orgánica de estabilidad presupuestaria, para terminar
votando finalmente en contra de ésta so pretexto de la violación del pacto PP-PSOE que dio paso a la
antidemocrática reforma exprés de la Constitución el pasado agosto. De poco
valen las declaraciones públicas de "solidaridad" con la HG en los
pasillos, mientras se defiende ante los propios e irritados diputados la
supuesta obligación constitucional de no hacer huelga en el "ejercicio de
la soberanía popular".
De ahí la
importancia del gesto del grupo de la Izquierda Plural, de Amaiur, de Esquerra
Republicana y del BNG de sumarse a la huelga en el propio Congreso. Son esos
gestos los que dan crédito moral y político a su oposición de izquierda y los
que sostienen el ascenso electoral de IU en Andalucía y Asturias, autonomías de
cuya gobernabilidad ha logrado merecidamente la llave. Esperemos que en el
camino de la reconstrucción de una alternativa política de izquierda, sea capaz
también de dar voz a la unidad de acción sindical.
NOTAS: (1) Sólo los gobiernos
socialiberales del PSOE se habían atrevido a tanto: dos veces, con Boyer y
Solchaga, bajo Felipe González. Y cuando el ministro de industria de Zapatero,
Miguel Sebastián, sugirió repetirlo hace poco menos de dos años como vía para
hacer aflorar el dinero negro, Rajoy y varios portavoces del PP pusieron el
grito el grito en el cielo, tachando la iniciativa de inaceptable
"ocurrencia profundamente injusta". (2) Ex ante, en la estrategia de
desmovilización gubernamental, las encuestas han tenido un papel destacado ( http://blogs.tercerainformacion.es/diseccionandoelpais/2012/03/11/29m-la-huelga-general-en-las-encuestas-de-la-prensa/ ). Post
factum, el dato más significativo ha sido el proporcionado por Economistas frente a la crisis ( http://www.economistasfrentealacrisis.com/ ) sobre el consumo de energía
eléctrica. (3) En Barcelona, la estrategia de la
Generalitat de CiU, muy en especial delconseller de interior Felip Puig, es la de
agitar el fantasma de los "incontrolados antisistema", que
aprovecharían cualquier ocasión para acciones de "guerrilla urbana" o
"kale borroka". La estrategia que -como han demostrado numerosos
vídeos caseros (http://www.kaosenlared.net/component/k2/item/13166)
incluye la provocación de policías infiltrados en las manifestaciones, se ha
extendido recientemente a Valencia. Tras la HG del 29-M, las fotos de
contenedores de basura ardiendo en Barcelona en las primeras páginas de la
prensa internacional han vuelto a traer a la memoria otras épocas. Rajoy, más consciente
de la repercusiones que ello tiene para la "marca España" ha sido el
primero en insistir en el carácter marginal de los hechos e insistir en el
discurso de la "normalidad". (4) Según la encuesta del CIS de febrero,
el 18% de quienes tienen trabajo creen "muy o bastante probable" ser
despedidos en los próximos meses. El 56% de los parados creen "muy
difícil" encontrar trabajo (http://www.cis.es/cis/opencm/ES/1_encuestas/estudios/ver.jsp?estudio=12564).
(5) Quien mejor ha resumido
el carácter del enfrentamiento ha sido la presidenta de la Comunidad de Madrid,
Esperanza Aguirre, quien con su habitual desenvoltura ha dejado redondamente
dicho que "la huelga es política y, por lo tanto, ilegal (…) estos
sindicatos caerán como el muro de Berlín" ( http://www.abc.es/20120329/economia/abci-sindicatos-muro-berlin-201203292203.html ). (6) Véase un primer análisis de Juan
Torres López, del consejo científico de ATTAC, en:http://juantorreslopez.com/impertinencias/los-presupuestos-del-pp-valoracion-de-urgencia/,
así como enExpansión: http://www.expansion.com/2012/03/30/economia/1333087677.html?a=f739ae1ac5e46f23d2bc04c50703c7ff&t=1333280772
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