viernes, 23 de marzo de 2012

CONFESION EN GRUPO


Tres fieras corrupias (y el coro que las acompaña).

¡Hola, majetes! Ya que estáis repasando las más egregias figuras femeninas que acompañan a la Humanidad, os proponemos una declaración conjunta sobre nosotras tres, que hemos sido y somos inseparables.
Me presentaré: Soy la Guerra y vengo acompañada por la Violencia y por la Economía. ¡Buenas compañeras entre las que me encuentro como una centrista de pelo en pecho imbuida de responsabilidad histórica!. Antes tenía una fiel sirvienta, que era la Milicia, pero ahora prefiero que me den cuartelillo las petroleras. La Milicia se estaba volviendo, desde el soneto de Calderón para acá, demasiado mística. Y, además, había que engañarla continuamente hablando, incluso, de acciones humanitarias, como si fuera, efectivamente, una religión de hombres honrados. Y no es que me parezcan mal los matarifes religiosos e, incluso, con pretensiones de ser celestiales. En otros tiempos me encuadraban entre la Cruz y la Espada. Todo era Cruzada y Yihad. Pero, lo dicho... Ahora estoy centrada entre dos compañeras más extremas que yo misma y además cuento con la Robótica, que ya interviene decisivamente en mis juegos.
La Violencia es que lo impregna todo. Y aunque los ingeniosos sensatos siempre la acusan de ser la solución propuesta por los incompetentes, nadie puede negar la irresistible seducción de su perfume. Recurrir a la Violencia es más que una inveterada costumbre desde que los más antiguos bípedos pensantes se disputaban los primeros huesos que sobraron de la comilona del mamut. Forma parte de la condición humana y tiene mala fama pero combina muy bien con los olores corporales de las muchedumbres excitadas. Hasta aquel Aznar, burocratilla de voz entre atiplada y rasposa, con ocasional acento tejano de telefilme barato, que trataba de vendernos como visión celestial la pesadilla de sus sueños de grandeza, se debió sentir conmocionado ante el retumbe de la llamada atávica: BRON-CA-BRON-CA-BRON-CA...
Como la violencia es de todos y contra todos, a veces le ponen calificativos para diferenciar entre las que convienen y las que no están de moda. Por ejemplo, la de género está tan mal considerada como extendida. Otras, de otro tipo (por ejemplo, institucional), intentan cubrir las apariencias recurriendo al régimen de monopolio (oye, como el pensamiento único).
La Economía parece mucho más respetable, pero es la auténtica inductora de las peores acciones violentas, tanto desde la perspectiva del déficit como por la ambición del superávit. Es cierto que, en principio, la economía significaba ahorro, luego pasó a ser sinónimo de deuda e hipoteca y, finalmente, todos estamos recibiendo de su parte y en su nombre una auténtica incitación a la violencia. Hasta una operación de compra-venta puede llamarse “opa agresiva”, fíjense qué significativo.
Y luego estoy yo. Un militar centroeuropeo me definió como “la continuación de la política por otros medios”. ¡Iluso! En estos momentos podría decir que es justamente lo contrario: La Guerra se impone como motor de la Economía y la Política está para hacerme comunicados de Prensa. Las conciencias podrán estremecerse pero la gran Industria está de mi lado.

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