jueves, 22 de marzo de 2012

LOS QUE CONOCIERON LOS TIEMPOS DE BATISTA PODRÁN APRECIAR LA PROPUESTA


Mister Adelson y la educación en España 
Autor: Oscar Monterreal*

El estadounidense Sheldon Adelson, uno de los hombres más ricos del mundo (y bien conocido en Israel), ha paseado por España un proyecto que los medios de comunicación han bautizado como Eurovegas o Mini Las Vegas. Mini, a pesar de que es maxi: un enorme complejo de hoteles, salas de convención, casinos, restaurantes y campos de golf. Cuanto menos, algo nunca visto en España, que promete mucho dinero y muchos puestos de trabajo.
Realmente, la imagen que han transmitido los medios no es la de un empresario buscando socios, sino la de unos gobernantes, de las dos comunidades más pujantes de España, Madrid y Cataluña, haciéndole reverencias y disputándose sus favores: ¡quiero el proyecto, no importan las exigencias!, parecen decir. ¿Que hay que cambiar las normas fiscales? Se cambian. ¿El estatuto de los trabajadores? También. ¿Hay que regalar suelo? ¿Modificar la normativa de juegos? ¿Llevar transporte público a la puerta de los casinos? ¿Derribar edificios molestos? No problem, Mr. Adelson. ¿Flexibilizar la ley antitabaco? No pasa nada, todos sabemos que a los camareros no les afecta el amoniaco y el benzopireno. Además, el principal problema de los españoles, según las encuestas, es el paro. De las enfermedades respiratorias no dicen nada.
Esos mismos días el ministro de educación, José Ignacio Wert, se enredó en el asunto de la emigración de los trabajadores más cualificados por sus oscuras perspectivas laborales. Declaró que “no es malo en una situación como la actual si luego somos capaces de encontrarles un camino de vuelta”. ¿Luego? ¿Cuánto es eso? ¿Cinco, diez años? ¿Seguro que volverán? ¿Los científicos que encuentren trabajo en EE.UU. o Suecia van a regresar a la precariedad doméstica? Aparentemente es una trivialización inoportuna del ministro, pero el mensaje transmitido es alarmante: se acepta con naturalidad que los mejores se marchen. Los que nos dedicamos a la docencia escuchamos cada vez más reflexiones de ese tipo entre los estudiantes: teniendo en cuenta lo que me espera al acabar la carrera, ¿para qué esforzarme?
¿Adónde va la educación española? Porque a ese desapego hay que añadir las actuales reducciones presupuestarias y las carencias endémicas del sistema, que parten de la base de que ningún gobierno postfranquista ha conseguido implantar una ley consensuada y duradera. Porque una ley educativa funciona si se mantiene a largo plazo, no si es modificada por cada gobierno. ¡El largo plazo, ese gran desconocido del político español! Los resultados del alumno que empieza a estudiar hoy se recogerán dentro de 20 años. “¡20 años! ¡Si las elecciones son el mes que viene!”. Que el sistema educativo no funciona no es una opinión, sino un hecho que refrendan los datos, como el de que España se encuentra en los primeros puestos de los 27 en fracaso escolar y en los últimos en dominio del inglés. El actual informe PISA, que evalúa a alumnos de 15 años, coloca a España en un lugar mediocre entre los países desarrollados (puestos 33º en lectura, 34º en matemáticas y 36º en ciencias). La tasa de sobrecualificación es la más alta de la UE (31%, frente al 19% de media). Una sobrecualificación que, además de ser un síntoma de que el mercado del trabajo no funciona, provoca varios problemas, como los de la baja productividad laboral y la frustración personal.

Volvamos entonces con Mr. Adelson. Si aceptamos las cifras más optimistas sobre Eurovegas el proyecto creará unos 200 mil puestos de trabajo, la inmensa mayoría relacionados con la construcción, el desarrollo de infraestructuras y la atención a los visitantes en los casinos y los hoteles. Es decir, ladrillo y turismo. Puestos de trabajo de escasa cualificación. Como siempre. Lo que acaba cerrando el círculo: ¿para qué elevar el nivel educativo? ¡No necesitamos intelectuales, sino mano de obra barata!
Para concluir, un último dato: el gasto público en educación en 2008 (antes de los recortes) era en España el 4,6% del PIB, uno de los más bajos de la UE (Francia, 5,6%; Estonia, 5,7%; Finlandia, 6,1%; Bélgica, 6,6%; Dinamarca, 7,8%). Frente a la tesis de que solo los países ricos, por serlo, invierten en educación, investigación y tecnología, podríamos hacer la lectura contraria: solo los países que invierten en educación, investigación y tecnología pueden alcanzar cotas elevadas de desarrollo.
* Historiador y profesor de Escuni (Universidad Complutense de Madrid)

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