¡Violencia! Tengo nombre de durar en el tiempo,
como cadencia, latencia, vivencia... y me sobran todas las palabras
que me acompañan: contenida, verbal, de género... porque son meros
matices: Soy la que soy. Más dramática me pongo cuando me utilizan
para calificar a otro sustantivo: Por ejemplo, muerte violenta,
como si no hubiera bastante con morirse y el horror estuviera en la
forma de hacerlo.
Es curioso también cómo me separan de mis agentes,
como los ricos decimonónicos establecían distancias con sus matones
a sueldo: A los violentos se les identifica con energúmenos
exaltados, pero los que practican la violencia pueden no parecer
violentos. Pueden ser señores convencidos de su deber de liderar un
cambio de su entorno al precio que sea, por patriotismo, por entrega
a una idea iluminada, por oscuros complejos de clase media con
aspiraciones a grandezas a costa de la servidumbre. Son gentes que
declaran impávidos una guerra y se sienten torturados en su
exquisita sensibilidad en cuanto ven a cuatro manifestantes gritones
agarrados a una pancarta.
¡Estamos contra la violencia, venga de donde venga!
–claman mientras señalan
airadamente, casi con violento ademán, a los que
califican de violentos. Y, efectivamente, están contra la violencia
venga de donde venga pero sólo si viene de fuera, porque la
violencia interior ni se la notan.
O será que la violencia externa es más física y la de dentro
metafísica, o sibilina, o retorcida como no puede serlo un porrazo,
un pelotazo de goma o un golpe de palo de pancarta. En cambio hay
expertos en tocarte violentamente las partes pudendas sin moverse de
un despacho o desde una tribuna y a esos nunca se les llama
violentos. Esos toman decisiones difíciles (parece, por el tono que
utilizan al declararlo, que son difíciles para ellos pero no: son
las que crean dificultades a los demás) o viven la Responsabilidad
como una cruz (que te colocan sobre la espalda en cuanto te
descuidas).
Otros hay que pretenden disimularme por la vía del sofisma sofisticado y van y dicen que la violencia es el recurso de los incompetentes. ¡Qué cachondos!. La violencia es el recurso favorito de los poderosos y ellos siempre me asocian con la Impunidad. ¡Qué cínicos!: Los tergiversadores me relacionan con la Brutalidad como si fuéramos hermanas gemelas cuando sólo es mi sirvienta para casos apurados. Y hay quien pica en el engaño porque se sigue creyendo que la violencia es cosa de gente sin calidad de vida y no como los que han aprendido a moverse con soltura en las grandes superficies y a sobrevivir estrujando el plástico de la tarjeta a final de mes. Son estas buenas gentes las que reaccionan con violencia cuando les convencen de que la inseguridad es cosa de otros, más desgraciados aún que ellos.
Y así vamos, violentándonos unos a otros. Cuando no es cosa de la agresividad resulta ser de la ambición o de la prepotencia. No tengo clemencia. Y rimo con la demencia.
Fdo. La Violencia
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