Doña Concha González, que suele a veces disfrazarse de Alfaya, como cuando tenía que escribir los reportajes de este blog y me los endosaba porque -según ella- yo estaba más cerca de la noticia, había sido solicitada por "La República Cultural" para escribir una de sus "Cartas desde mi trinchera". Llevada por el apremio del tiempo, garabateó un texto y lo remitió a la Redacción. Luego se dió cuenta de que se le habían quedado varios sentimientos en el tintero. Me ruega que incluya esta versión, levemente aumentada y especialmente dedicada a nuestros amigos cubanos.
Esto es lo último que haré en este blog hasta que no amanezca el día 30. Gracias por vuestra comprensión.
H
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uelga decir que esta huelga no sobra, que no es una
“juerga” y que mejor estaríamos todos y todas trabajando y cobrando decentemente por ello. Pasa que hay muchos y muchas que no pueden trabajar y otros y otras que trabajan en muy malas condiciones y algunos y algunas que se
han adaptado a sobrevivir en los flecos del sistema y que parecen no contribuir
al mantenimiento de la Patria como nuestros patriotas dicen que debe
hacerse. ¿Como ellos? ¿Como ellas?.
Pero ocurre que nuestros
señoritos y nuestras señoronas, que deberían tener la cabeza despejada de
miserias porque disfrutan de una posición que no se han trabajado sino que les
viene de relaciones privilegiadas, de oportunidades reservadas a muy pocos, de
la explotación del trabajo ajeno, sin embargo, se comportan miserablemente,
desde su riqueza, desde su poder o desde su relación servil con el Poder,
contra los que tienen menos o poco o nada y se permiten decir que los intentos
de protesta que vienen desde abajo son iniciativas impresentables, inútiles,
irresponsables... Que nuestros sindicatos no tienen razón de ser ni ejemplo que
esgrimir, que reivindicar en grupo y manifestarse turba la paz de todos. Que lo
que nos pasa es consecuencia de nuestros pecados y de no saber estar en nuestro
sitio...¿Por qué se toman tanto trabajo justamente contra los que lo demandan?
¿Por qué se fijan tanto en nuestros pecados y tan poco en los suyos?
Huelga decir que pararse, cuando
una lo que quiere es avanzar, es una opción extremadamente llamativa. Te paras
no porque no quieras moverte sino porque no te dejan o porque te obligan a
marcar el paso (lento) cuando ellos van a la carrera. Y una decide llamar la
atención por propia voluntad ante la falta de atención que te rodea. ¿No nos
decían que el que no llora no mama?. Pues nosotras estamos en contra de los que
maman sin llorar, a la chita callando, de la teta común sin dejarte la parte
que necesitas.
Eso, para empezar, que luego está
lo de las proporciones del reparto. Tendríamos que ponernos de acuerdo en
ofrecernos de la Madre Naturaleza todo lo que necesita un animal bípedo para
convertirse en humano- ciudadano. Y al que o a la que más ponga sus habilidades
al servicio de los demás, de los más torpes, de los necesitados por accidente o
por constitución deficitaria, que le den una medalla o una ración extra de
postre. Pero llevarse la guinda del pastel o el pastel entero a costa del
hambre de otros o de la simple fiesta de compartir un bocado, ni es cristiano
ni es comunitario. Luego no me digáis que somos una unidad de destino. Lo que
queréis realmente es una unidad de mando reservada a vosotros y a vuestros
herederos o cómplices.
Eso sí que es un pecado mayor
cometido desde todo lo alto, cuando ya sabes (o crees saber) que estás por
encima del Bien y del Mal. Aunque luego se descubre que los límites del Mal se
pierden en el infinito y en la pretensión estúpida de que van a poder tenernos
engañados y atemorizados a todos y a todas todo el tiempo. Ni siquiera ellos
mismos son capaces de mantener la imperturbable compostura del perfecto
engañador y, a poco que alguien levanta la voz o, simplemente, intenta llamar a
las cosas por su nombre, se lanzan a una descalificación del osado
reivindicativo. Curiosamente, nos concedéis más importancia cuando alborotamos,
como si os escandalizara que alguien se despierte a pesar de los muchos
somníferos que nos dais en la sopa diaria.
Pero yo sigo en mi empeño de que
tenemos que salvarnos todos de nosotros mismos, de los lados oscuros de la
especie humana, que tenemos que salvarnos y, por lo tanto, salvaros con nuestro
esfuerzo y sacrificio (no con el vuestro, por lo que vemos hasta ahora),
empresarios golfos, emprendedores de la subvención, señoritingos, damas de baja
cuna y alta cama, desparpajudas, aprovechateguis varios, listos egoístas,
torpes gregarios de dioses y tribunos, iluminados, víctimas dolientes con poca
cabeza, víctimas resentidas con mala baba, verdugos de toda condición, técnicas
y estatus, delincuentes de sangre y de bolsa, políticos de relleno, carguitos
deshechos de tienta, clase media mediocre, disfrazados variopintos... de
vuestras certidumbres deslumbradas por intereses egoístas que contrastan con
vuestro fervor religioso para con las grandes verdades reveladas, que no
corresponden a lo que sois capaces de hacer con vuestras propias vidas. A estas
alturas no bastaría con vuestro dolor de los pecados ni propósitos de enmienda.
Para ayudaros y ayudarnos tenemos que abandonar la religión y los principios
morales ejemplares y pasar al conductismo. Acción-reacción. Me haces una
reforma laboral y me amenazas con que mañana me podrías despedir y te digo que
hoy ya no te trabajo, pero que no soy yo sola, que somos muchas más las gentes
que estamos decididas a no trabajar hoy para que sepas que no estamos
dispuestas a que mañana despidas a una a tu capricho.
¿Qué hay que mejorar la empresa?
¿Qué hay que ser más productivos? Gástate la plusvalía en libros en vez de
comprarte el coche de alta gama y estudia cómo se mejora sin empeorar a los
demás. Que si no le tienes respeto a mi trabajo yo empezaré a fastidiarte tus
beneficios.
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