martes, 20 de marzo de 2012

PARA IRSELO PENSANDO

Amigos cubanos: Por si acaso, vayan haciendo hueco. ¿Qué tal un programa para acoger a jubilados de la democracia española?


Por Carlos Taibo


Cuando a uno le hacen una entrevista, y ya tiene alguna práctica en ello, es frecuente que se vea obligado a enfrentarse a preguntas mil veces repetidas. Una de las consecuencias posibles de lo anterior es que no prestemos demasiada atención a esas preguntas y nos relajemos de más.
Hace unas semanas, en el transcurso de una entrevista que discurría conforme al patrón mencionado, me topé de repente con una pregunta tan inédita como inesperada. La periodista la formuló más o menos en los siguientes términos: ¿te imaginas, dentro de diez o quince años, viviendo en el exilio?
Si, por un lado, no se trataba, pese a que pudiera parecerlo, de una pregunta personal --hubiera podido formularse a otr@s much@s--, remitía, por el otro, a una cuestión de calado: ¿no hemos cerrado demasiado deprisa un largo período histórico en el que la perspectiva del exilio marcaba muchas relaciones? Cuando decimos que en muchos ámbitos --así, el del régimen de relaciones laborales-- estamos regresando al siglo XIX, ¿sacamos todas las consecuencias precisas de lo que ello significa?
Las cosas como fueren, salta a la vista que hace unos pocos años una pregunta como la que me ocupa hubiera resultado impensable (acaso, y en buena medida, por nuestra liviana capacidad de previsión del futuro). Hoy, llamativamente, estamos obligados a concluir que no nace de la nada sino que, antes bien, tiene sólidos fundamentos. Cada vez son más las voces, sin ir más lejos, que nos invitan a estudiar puntillosamente lo que ocurrió en la Alemania hitleriana, y a hacerlo en la perspectiva de certificar cómo muchas de las políticas que abrazaron los nazis bien pueden reaparecer en los años venideros. Obligado estoy a subrayar lo que hay por detrás: no estoy pensando en el aliento que nace de ultramarginales grupos neonazis, sino en lo que significan muchos de los designios de los principales centros de poder político y económico, cada vez más conscientes de la escasez general que se avecina y cada vez más firmemente decididos a preservar en unas pocas manos esos recursos escasos en virtud de un ambicioso proyecto de darwinismo social militarizado.
Confesaré que tardé en reaccionar ante la pregunta. No creo, sin embargo, que mi respuesta estuviese de más. No me veo exiliado --aduje-- por una razón tan prosaica como física. ¿En qué lugar podría encontrar uno cobijo en el mundo en que vivimos, si en todas partes asistimos a la manifestación de la misma miseria? ¿Cuál sería hoy el país que asumiría las funciones que, en lo que a nosotr@s se refiere, desempeñaron Francia o México en diversos momentos de los siglos XIX y XX? Por eso es tan urgente que, antes pensando en los demás, creemos aquí el espacio para que encuentren acomodo las víctimas primeras de lo que se nos viene encima a marchas forzadas.



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