Dejamos a nuestros lectores, como
Cervantes en la escena del vizcaíno, pendientes de lo mucho y bien que hablaron
Aitana Alberti y sus invitados. Alfaya contribuyó, como estaba previsto, con
tres canciones sobre textos de Don Rafael, una de composición propia (“Hoy las
nubes me trajeron...”), otra (“Nocturno”, en versión de Paco Ibáñez) y “Si mi
voz muriera en tierra”, en versión de “Los Lobos”. Mucha simpatía de doña
Aitana y de la gente de la AECI, pero poca tranquilidad para contactar
reposadamente con personas tan atractivas. Y es que no hay tiempo porque la
facilidad de abordaje de todos hacia todos hace que al final no tengas una
conversación larga con la mayoría.
La tarde-noche del día 12 culminó
en casa de Soledad Cruz, con Awilda recién llegada de un periplo mundial en
avión para poder aterrizar en Cuba (cosas del bloqueo norteamericano: figúrense
que para ir de Cádiz a Barcelona hubiera que pasar por Casablanca). Soledad nos
recibe como una reina. Está contenta con la presentación. Sus amigos la han
felicitado y se han reído habaneramente con las canciones que le hemos cantado
(impagable la Mónica interpretando lo de “A los cuarenta todo sigue igual...”)
y, en compañía de Awilda se crece (parece imposible después del mitin de recepción
que nos había dado el día 11 en el bar del hotel Nacional) y se lanza a una
conversación con Awilda con visos de alta comedia.
La sorpresa de la noche es cuando
descubrimos las habilidades de la hija de Soledad, que toca y canta, y que,
como colofón, desenfunda el violín y se pone a acompañarnos en las canciones de
Carilda Oliver con una gracia y una maestría que nos hace contratar allí mismo sus servicios para el viernes 17,
cuando vamos a interpretar un repertorio amplio de poetas caribeñas.
Al día siguiente, por la mañana,
nomadeo por la Habana Vieja, maravilloso espectáculo en sí mismo y en sus
circunstancias: ¡qué paisaje y qué paisanaje!. En la Plaza de la Catedral
pululan los turistas y los artistas callejeros. Ganan, como espectáculo, los
segundos pero los primeros contribuyen a la escenografía. Hay un combo que
canta para vender luego sus cd´s y luego de convencerles de que Alfaya ni es
alemán ni es Hemingway, averiguamos que el guitarrista ha sido discípulo de
Marta Campos, la trovadora cubana que nos ha presentado en el programa que
acabamos de grabar en Canal Habana, lo que nos convierte a todos en familia y
se celebra con otra compra de cd´s.
Llega Awilda Palau, de lo suyo
(una expedición boricua que está celebrando el año de Miguel Hernández en
Puerto Rico y que han venido a “extenderse” en Cuba). Nos dice que va a comer
con los suyos pero que no nos movamos de nuestro lugar de descanso.
Mientras, en la plaza, una pareja
singular danza y se deja fotografíar a cambio de propinas. El es un negro
enjuto con cara de cuero repujado que mantiene una pose como para que le saquen
en National Geographic. Ella es como Panchita y es la que recoge los óbolos. Alfaya
se enternece ante el espectáculo de surrealista dignidad que protagonizan y
mete en el sombrero seis pesos. Cuando el negro se dá cuenta, deja de bailar,
se viene para el Alfaya le dá un abrazo como si fueran familiares que se
reencuentran después de toda una vida y, al tiempo, le mete en el bolsillo de
la camisa seis puros cubanos que, como se comprobaría inmediatamente, eran
buenísimos.
La escena queda sobrepasada por
la siguiente: De improviso y desde las alturas se oye una voz que clama:
Alfaya...ALFAYAAAA. Levantamos las cabezas, giramos para inspeccionar y
descubrimos a Gladys Escalona saludando cual posesa desde la terraza del primer
piso del restaurante en el que estamos todos acampados.
Como se nos echa el tiempo encima
(parece que no pero el tiempo corre también aquí), Mónica y Alfaya se despiden
del resto del grupo y suben a la terraza para hacer lo mismo con el grupo
puertorriqueño. Nos capturan entre toneladas de frases amables, nos cuentan que
han pasado el enlace del blog a Antonio Skarmeta y que éste ya sabe qué clase
de locos somos... y que le parece bien. Pues no te vas a poner a matizar,
recoges los kilos de alabanzas que te han tocado y pides permiso para ir a
trabajar un poco, que a las 16h tenemos lo de Pedro Mir en todo lo alto del
Morro-La Cabaña.
Como vamos con prisa, nos captura
uno que pasaba en coche de caballos y nos dice, primero, que nos lleva al
hotel. Nosotros expresamos compasión por el caballo y luego nos interesamos por
la situación sindical de tales trabajadores. Nos responden que sólo protesta
cuando no come. Nos parece una premonición para nuestro futuro inmediato de
españoles recortados.
Nos dice, en segundo lugar, que
si no nos importa que nos dejen a una distancia prudencial del hotel.
Respondemos que vale, sin querer averiguar en qué asunto de licencias y
competencias de movilidad nos hemos metido.
Efectivamente nos dejan al pie de
una cuestecilla que subimos invocando a San Cristóbal y llegamos al hotel. Nos
preparamos para la conexión Caneiro, que llega en un taxi cuyo conductor es
maratoniano. Por un momento y visto cómo va el día, nos tememos lo peor. Pero
no. Llegamos a nuestro destino descansados, pasamos los controles con nuestras
acreditaciones y localizamos la Sala Nuestra América. Después nos vamos al
almacén de Artex, a recoger la tanda de libros correspondientes a la
presentación del día. Nos comunican que tenemos los comprobantes de los papeles
que habíamos entregado pero que todavía no tienen la vuelta de cuatro euros.
Nos sale el español rumboso que todos llevamos dentro cuando paga la empresa y
les decimos que se pueden beber los cuatro euros a bucanero limpio (“Bucanero”
es una de las marcas de cerveza de aquí). Caneiro va más lejos y les amenaza
con la Guardia Civil si no siguen nuestras instrucciones. Los compañeros
almaceneros, encantados con la amenaza.
Llegamos con los libros a la sala
y los depositamos en un rincón. Al poco, Caneiro me señala, curiosamente
interesado, un aparente fenómeno paranormal: todavía no se han repartido
los libros y ya hay un señor mayor que pasea entre los asistentes con un Pedro
Mir bajo el brazo. La cuestión se aclara al poco porque el señor es el padre de
Diana Mesejo, o sea, de la familia de Pedro Mir, único representante de la
misma que ha podido venir al acto.
Hacemos la presentación: Caneiro
hace de portavoz, Alfaya de rapsoda y el dúo Alfaya-Mónica canta tres canciones
previstas y un estreno mundial “Son del Ingenio” a ritmo de blues, que es
celebrado por los asistentes. Caneiro y Pilar hacen coros. Etnairis, que está
entre los asistentes, celebra el evento de estrenar sin haber ensayado,
habilidad muy típica de La Discreta.
Saludamos a Chely Tuero, que ha
venido acompañada por una amiga cubana-gallega-andaluza, que es, en sí misma, una historia viva del periodismo
cubano. Cuando tratamos de volver al Hotel Nacional nos repartimos en dos
vehículos: uno que tiene contratado Etnairis para que la lleve y traiga a todos
sus compromisos y a cuyo chófer ha prometido un certificado de estudios por
todas las ponencias que se está tragando, y el Lada de Chely, al que, en primer
lugar, hay que localizar porque Chely no tiene una idea clara de cómo se llega
al parqueo donde lo aposentó.
Se consigue localizar el coche y
conseguimos llegar al Hotel Nacional casi por caminos de sal que tiene el sol,
toda vez que la Policía de Tráfico nos ha desviado del itinerario previsto
inicialmente por nuestra conductora, que va hablando y encontrando
milagrosamente los giros necesarios para llegar a nuestro destino.
Acampamos en el bar del Hotel y
empieza la charla generalizada. Como el horario no dá para tantas cosas como hay
que intercambiar, quedamos en vernos la tarde del día 16.
Hoy solamente tenemos que: ir a
las 16h a presentar lo de Julia de Burgos con apoyo audiovisual. Alfaya irá
después a la Sala Lezama Lima a cantar dos poemas de Javier Egea, solicitado
por Susana Oviedo, que está por aquí presentando la obra del poeta y la
producción “radiofónica” “Cervantes, el soldado que nos enseñó a hablar”,
adaptación de la obra de María Teresa León
.
Y luego, nos unciremos a la
expedición de Awilda para asistir a un concierto al aire libre en la Habana
Vieja.
(Seguiremos informando).
Gracias por tan detallada crónica. Nos hace sentir un poco por ahí. Abrazos. Luis.
ResponderEliminarGracias, Alfaya, ¡¡por fin recibimos noticias!! ¡¡Y qué gratas y qué bien contadas!! En efecto se siente en la narración el sabor de La Habana, y el cariño y el respeto del relator hacia su pueblo admirable. Y si encima anda por ahí el combo boricua que os(nos) idolatra, entonces se prepara gran dansón, sin duda. Y con Gladys a los mandos, qué alegría. Me había dicho Awilda que no iría, pero pardiez, se iba a perder Gladys la aventura...
ResponderEliminarLo de la hija de Soledad es gran noticia. Podemos tener fichaje en perspectiva. La conversación de Awilda y Soledad la puedo imaginar, digna del mejor Mihura pero sin atisbos tragicómicos. Me ha escrito Chely y está encantada de haberos encontrado. Ya me ha dicho que estáis emplazados hoy en su casa.
Pero me faltan algunos detallitos: ¿cómo están de público las presentaciones? ¿Qué se comenta por ahí de La Discreta? ¿Qué se dijo el hermano de doña Carmina, el cuñado de Don Pedro Mir? ¿Habéis contactado con alguien del mundo editorial-librario, etc.? ¿Zuleica? ¿Aida Bahr?
Supongo que no daréis a basto en tan pocos días.
¡¡Y a ver si el gemelo del Caneiro y la Monicleta se estiran un poco y sueltan unas líneas, caramba?