miércoles, 1 de febrero de 2012

MAS DOCUMENTACIÓN ILUSTRADA SOBRE REINSERTABLES: EL COSSIO BIS DE RODRÍGUEZ


LOS TOROS” (1943), popularmente conocido por “el Cossío” al ser su autor el académico José María de Cossío, es el más importante y voluminoso tratado sobre el mundo del toreo, toreros, toros, corridas de toros, en definitva la llamada “fiesta nacional” española. “El Cossío bis”, de Rodriguez (2006), sería su equivalencia sobre el toreo alternativo, y en él encontramos al extinto Taller de Reinsertables y su líder José María Alfaya, bajo el epígrafe de la CUADRILLA DEL ENSUEÑO REINSERTABLE. Reproducimos parte del texto a ellos y a él dedicado, para mejor conocimiento, insisto, de lo que se le viene encima al pueblo habanero.
RODRIGUEZ



LA CUADRILLA DEL ENSUEÑO REINSERTABLE


El cabeza de cartel, ”Alfayita”, se inicia en la profesión en los ruedos norteafricanos formando parte de diferentes cuadrillas modestas ("Suricanto" -Orán- y "Salida de Camiones" -Fez-) y al mismo tiempo como eventual apoderado y promotor de espectáculos. Conoce al diestro Guillermo Alonso del Real “Chiquito de Moratalaz”, con quien forma pareja en la estela de los excelsos duetos de la tauromaquia: Joselito y Belmonte, Manolete y Arruza, Ordóñez y Luis Miguel, Litri y Aparicio, Puerta y Camino. Mano a mano triunfan en tentaderos, fiestas privadas y festivales, lidiando por colleras. Años después, con Lucia Mendoza “La Pudorosa” como moza de espadas y mujer de confianza, le vemos toreando en solitario en plazas madrileñas de tercera, intentando hacerse un hueco en el escalafón. Con escasa suerte, aunque siempre celebrado por un selecto ramillete de aficionados que le siguen a todas partes y jalean su estilo hondo sin enmendarse nunca, tanto con la seda como con el percal,. Está a años luz de los pegapases mecánicos que pueblan los carteles y recuerda la esencia de los grande maestros de cuya escuela heterodoxa se reclama (Javier Krahe “El Escurrido” y Les Luthiers “La Cuadrilla de Allá”).

En su deseo de investigar y recrear el arte de Cúchares, forma cuadrilla propia con Pepe Tarduchi “Curro Posturas”, Juanjo Herranz “El Proletario” y Jesús Marco “Niño de Torrevieja”, adoptando él, a partir de ese momento, el apodo de “Sudores”. Hacen juntos el paseíllo por primera vez en la rectangular Plaza de la Cuarta Pared, de Madrid. Ya se hace presente entonces, como chófer y el más fiel aficionado, José Luis Padín “Gitanillo de Chopenjagüer”, de amplios saberes y experiencias múltiples. Pocos años después se une como picador Quico Aladro “Finito Timbales”. Podemos ya hablar de una escuela “mestiza” o “de infusión”.

Esta composición se ampliaría con nuevas incorporaciones: José Luis YagüeRioja III”, Cuco Pérez “Teclas”, Nel Avia “Carnicerito de Bohemia” y José Ramón Catalán “Machaquito”, sin que podamos ni debamos olvidar a otros peones que integraron la cuadrilla eventualmente algunas temporadas: “Morenito Trombón” (Darío Álvarez), “El Absurdo” (José Luis Rodríguez de la Flor), “La Larga Cambiada” (Beatriz de Asturias, única señorita torera que ha pasado por el grupo), “Serranito de la Pampa” (Marcelo Mayer) y “Gallito de Tres Cantos(Felipe Palomo).

La cuadrilla, como tal, desprecia el carretón, artilugio fabricado con ruedas de bicicleta y dos cuernos, donde los toreros ensayan las diferentes suertes. Es decir, matador y subalternos salen directamente a la arena a hacer el paseíllo, sin más probaturas; apenas un reconocimiento previo y somero de las condiciones y dimensiones del ruedo, y unas flexiones y gorgoritos en la capilla. Solo se les recuerda, al principio, algunas sesiones de toreo de salón, que acabaron degenerando. También obvian la figura del apoderado, las exclusivas y los críticos trincones. Estas características atípicas no les impiden triunfar en los cosos más diversos y difíciles, con ovación, saludos desde el tercio, vueltas al ruedo, flamear de pañuelos, trofeos en las manos y salidas a hombros. Apenas silencio, en el peor de los casos, o algarabía folklórica y gastronómica ajena al espectáculo que está teniendo lugar en el redondel, en algunas fiestas populares: públicos, en cualquier caso, no ya difíciles sino poco instruidos en el arte de torear. Nunca han defraudado, sean las corridas de abono o benéficas, mas, sin embargo, no tienen sitio en el escalafón y los empresarios les dan la espalda, salvo los organizadores de las segundas con destino al sostenimiento de obras de misericordia.

Detengámonos en algunas características especiales y faenas más notables de este grupo que ha pasado al Cossío bis como “cuadrilla de culto”.

JOSE MARIA ALFAYA, “Sudores”. Una verdadera figura del toreo. Primer espada de grandes facultades y dominador de todos los tercios y de los lotes menos propicios. Sabe estar en la plaza con gran profesionalidad, respetando los terrenos del respetable. Desde los primeros capotazos de tanteo desvela las querencias del animal, centra al astado, se hace con él y dirige la lidia con autoridad y clase. Sin concesiones al toreo fácil, para, templa, manda, liga y carga la suerte. Sabe colocarse, cruzarse, adelantar el engaño y se vuelca sobre el morrillo en la hora de la verdad. Poseído de un gran pundonor y vergüenza torera, porfía y saca faena donde no la hay. Estoico, le sobran agallas y se mueve con soltura, como mandan los cánones, en la cara de animales incómodos, aguantando mucho y ahormándoles. Con los cortos de embestida y reservones, se arrima, corre la mano y les da salida hasta convertirlos en toritos de carril. Es diestro que se gusta y recrea en las suertes, lo que le lleva con frecuencia a ahogar las embestidas, atracarse de toro y alargar en demasía las faenas. Ha llegado a pedir incluso tres o cuatro sobreros, que paga de su bolsillo.

Sudores es generoso con sus peones, a quienes permite lucirse individualmente en quites, y a la hora del reparto de emolumentos, sí los hay (rara vez), renunciando las más de las veces a su parte. Siempre dispuesto a torear toda clase de festivales, está en posesión de la Gran Cruz Gorda de la Orden de Beneficencia, la Medalla al Mérito Rojo y un sinnúmero de reconocimientos menores pero igualmente sentidos.

Han quedado en el recuerdo de los buenos aficionados sendas corridas concurso organizadas por el promotor Ricardo Bodas en la arena de la Plaza Jueces para la Democracia, donde mandó los toros al desolladero sin apéndices y los tendidos lo despidieron puestos en pie. Memorable igualmente su temporada de siete meses en el modesto pero histórico coso madrileño de SINTEL, solo o con diferentes composiciones de cuadrilla, donde consiguió salir a hombros cada tarde, orejas y rabos en sus manos. Quedó, para la posteridad y como ejemplo para generaciones venideras, la efeméride, registrada con letras de oro en placa conmemorativa descubierta en presencia de las autoridades locales. También triunfos indiscutibles, con apertura del portillo grande, en tres sucesivas ferias en la arrabalera y vallisoletana Plaza de La Estufa, regentada por la empresa Suspiros del Masegar, donde el pueblo se echó a la calle, recibió a la cuadrilla con timbales y clarines, engalanó los tendidos y los nombró hijos predilectos de la localidad en emotivo acto que los más viejos aficionados no recordaban haber presenciado nunca y que quedará en los anales.

No hay comentarios:

Publicar un comentario