miércoles, 25 de enero de 2012

ADELANTANDO OTRAS PROBABLES CONVERSACIONES



Que veo que no me va a dar tiempo. Que lo veo de venir y por eso no me queda más remedio que anticipar: Ustedes se vayan preparando la parte correspondiente y en cuanto me vean, me la largan, que tengo muchas cosas que aprender. Vamos al grano: Si me preguntan por los cantautores en España les puedo contestar, sin ánimo de pedantería universitaria, recomendando una ponencia que escribieron hace algún tiempo dos profesores de acá. Se titula “Emociones en lugar de soluciones” y se encuentra facilmente en la Red:
Creo que ilustra muy bien lo que ha pasado con los cantautores en mi país. También añado a la bibliografía unas letrillas de Luis Pastor, (¿Qué fue de los cantautores?) que no tienen desperdicio por lo que suponen de testimonio autobiográfico. Dicen así:

Éramos tan libertarios,
casi revolucionarios,
ingenuos como valientes,
barbilampiños sonrientes
—lo mejor de cada casa—
oveja negra que pasa
de seguir la tradición
balando a contracorriente
de la isla al continente
de la nueva canción.

Éramos buena gente,
paletos e inteligentes,
barbudos estrafalarios,
obreros, chicos de barrio,
vanguardia del proletario,
progres universitarios,
soñando en una canción
y viviendo la utopía
convencidos de que un día
vendría la Revolución.

Aprendiendo a compartir
la vida en una sonrisa,
el cielo en una caricia,
el beso en un calentón.
Abriendo la noche de día
fuimos sembrando canciones
y en esta tierra baldía
floreció la poesía
y llenamos los estadios
y en muchas fiestas de barrio
sonó nuestra melodía.

Tardes y noches de gloria
que cambiaron nuestra historia.
Y este país de catetos,
fascistas de pelo en pecho,
curas y monjas serviles,
grises y guardias civiles,
funcionarios con bigote
y chusqueros con galón,
al servicio de una casta
que controlaban tu pasta
tu mente y tu corazón.

Patriotas de bandera,
españoles de primera,
de la España verdadera
aquella tan noble y fiera
que a otra media asesinó
brazo en alto y cara al sol
leales al Movimiento
a la altura y al talento
del pequeño dictador
que fue Caudillo de España
por obra y gracia de Dios.

Toreando en plaza ajena
todo cambió de repente
los políticos al frente
de comparsa y trovador.
Se cambiaron las verdades:
"tanto vendes tanto vales".
Y llegó la transición:
la democracia es la pera.
Cantautor a tus trincheras
con coronas de laureles
y distintivos de amor
pero no des más la lata
que tu verso no arrebata
y tu tiempo ya pasó.

¿Qué fue de los cantautores?
preguntan con aire extraño
cada cuatro o cinco años
despistados periodistas
que nos perdieron la pista
y enterraron nuestra voz.
Y así vamos para treinta
con la pregunta de marras
tocándonos los cojones.
Me tomen nota señores
que no lo repito más:

algunos son directores,
diputados, presidentes,
concejales, profesores,
mánagers y productores
o ejerciendo asesoría
en la Sociedad de Autores.
Otros están y no cantan,
otros cantan y no están.
Los hay que se retiraron,
algunos que ya murieron
y otros que están por nacer.

Jóvenes que son ahora
también universitarios,
obreros, chicos de barrio
que recorren la ciudad.
Un CD debajo el brazo,
la guitarra en bandolera,
diez euros en la cartera,
cantando de bar en bar.
O esos raperos poetas
que es su panfletos denuncian
otra realidad social.

¿Y mujeres? ni se sabe.
Y sobre todo si hablamos
de las primeras gloriosas
que tuvieron los ovarios
y el coraje necesarios
de subirse a un escenario
de aquella España casposa.

¿Qué fue de los cantautores?
aquí me tienen señores
como en mis tiempos mejores
dando al cante que es lo mío.
Y aunque en invierno haga frío
me queda la primavera,
un abril para la espera
y un grandola en el corazón.

¿Qué fue de los cantautores?
aquí me tienen señores
aún vivito y coleando
y en estos versos cantando
nuestras verdades de ayer
que salpican el presente
y la mierda pestilente
que trepa por nuestros pies.

¿Qué fue de los cantautores?
De los muchos que empezamos,
de los pocos que quedamos,
de los que no se vendieron,
de los que no claudicaron,
de los que aún resistimos:
aquí estamos.
Cada uno en sus trincheras
haciendo de la poesía
nuestro pan de cada día.

Siete vidas tiene el gato
aunque no cace ratones.
Hay cantautor para rato.
Cantautor a tus canciones.
Zapatero a tus zapatos.

Luis Pastor, Trovador.

Yo no pertenezco a la generación de la Nueva Trova cubana. Soy de los de Brassens, que ha tenido una honrosa continuación en España con Joaquín Carbonell y con Javier Krahe. De hecho, el tipo de cancíón que he "compuesto" corresponde a una mezcla entre Krahe, Les Luthiers y las canciones de Carnaval de Cádiz. Como hubiera dicho Quintín Cabrera (ya fallecido) soy de los de "cantar opinando", sólo que con un toque de ironía que no sólo mira a la Derecha como blanco de sus puyas sino a las contradicciones de los que nos consideramos y, sobre todo, nos proclamamos de izquierdas, como si el "pedigrí" pudiera garantizarse a base de declaraciones pomposas.

En mis comienzos yo era de los que cantaba canciones de Yupanqui, Viglietti, Víctor Jara y Quilapayún, Paco Ibañez, Raimon, Pi de la Serra y Ovidi Montllor. Luego, Serrat y mucho más tarde, Sabina, que fue compañero de algunas aventuras en la Universidad de Granada y al que me reencontré justo antes de que se hiciera famoso con la grabación de La Mandrágora. No coincidí con el auge (un poco antes) de la Nueva Trova en España porque en ese momento estaba ocupado viviendo un corto exilio político y una más larga ausencia por motivos profesionales: Me gané el sueldo durante ocho años trabajando en servicios culturales del Ministerio de Asuntos Exteriores de España en el Norte de Africa (después de beneficiarme del indulto y la amnistía tras la muerte de Franco). De manera que cuando "regresé" a España, en 1984, la Transición ya había hecho de las suyas. Me lo tomé como un soldado que se queda sin ejército y lo mandan con su uniforme para casa, desmovilizado.

No fui (musicalmente) heredero de los de la Nueva Trova, (se nota ¡y de qué manera, "tchunda-tchunda"!) como lo han sido buena parte de los jóvenes cantautores que aparecieron en España ya en plena Transición, pero me encantan Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Amaury Pérez, al que, por cierto, tuve la ocasión de escuchar, por vez primera y en directo, en un encantador recital que dió en la Embajada de Cuba en Madrid (donde también yo he cantado en una ocasión por invitación de Luis Toledo Sande, cuando era Consejero Cultural). La verdad es que me pareció un estupendo narrador de historias con su miga humorística picantona y un lírico tierno y melodioso. Luego he tenido ocasión de seguirlo en su programa de entrevistas en la televisión cubana (memorable la de Carilda Oliver). Mucho más recientemente me he tropezado en el ciberespacio con Frank Delgado con el que creo compartir algunos puntos de referencia en la canción con sentido del humor.

En última instancia, sólo soy un aspirante a ciudadano que canta. Ya me contarán ustedes lo suyo. Soy todo oídos.

No hay comentarios:

Publicar un comentario