Que veo que no me va a dar tiempo. Que lo veo de venir y por eso no me queda más remedio que anticipar: Ustedes se vayan preparando la parte correspondiente y en cuanto me vean, me la largan, que tengo muchas cosas que aprender. Vamos al grano: Si me preguntan por los cantautores en
España les puedo contestar, sin ánimo de pedantería universitaria,
recomendando una ponencia que escribieron hace algún tiempo dos
profesores de acá. Se titula “Emociones en lugar de soluciones”
y se encuentra facilmente en la Red:
Creo que ilustra muy bien lo que ha
pasado con los cantautores en mi país. También añado a la
bibliografía unas letrillas de Luis Pastor, (¿Qué fue de los
cantautores?) que no tienen desperdicio por lo que suponen de
testimonio autobiográfico. Dicen así:
Éramos tan libertarios, casi revolucionarios, ingenuos como valientes, barbilampiños sonrientes —lo mejor de cada casa— oveja negra que pasa de seguir la tradición balando a contracorriente de la isla al continente de la nueva canción. Éramos buena gente, paletos e inteligentes, barbudos estrafalarios, obreros, chicos de barrio, vanguardia del proletario, progres universitarios, soñando en una canción y viviendo la utopía convencidos de que un día vendría la Revolución. Aprendiendo a compartir la vida en una sonrisa, el cielo en una caricia, el beso en un calentón. Abriendo la noche de día fuimos sembrando canciones y en esta tierra baldía floreció la poesía y llenamos los estadios y en muchas fiestas de barrio sonó nuestra melodía. Tardes y noches de gloria que cambiaron nuestra historia. Y este país de catetos, fascistas de pelo en pecho, curas y monjas serviles, grises y guardias civiles, funcionarios con bigote y chusqueros con galón, al servicio de una casta que controlaban tu pasta tu mente y tu corazón. Patriotas de bandera, españoles de primera, de la España verdadera aquella tan noble y fiera que a otra media asesinó brazo en alto y cara al sol leales al Movimiento a la altura y al talento del pequeño dictador que fue Caudillo de España por obra y gracia de Dios. Toreando en plaza ajena todo cambió de repente los políticos al frente de comparsa y trovador. Se cambiaron las verdades: "tanto vendes tanto vales". Y llegó la transición: la democracia es la pera. Cantautor a tus trincheras con coronas de laureles y distintivos de amor pero no des más la lata que tu verso no arrebata y tu tiempo ya pasó. ¿Qué fue de los cantautores? preguntan con aire extraño cada cuatro o cinco años despistados periodistas que nos perdieron la pista y enterraron nuestra voz. Y así vamos para treinta con la pregunta de marras tocándonos los cojones. Me tomen nota señores que no lo repito más: algunos son directores, diputados, presidentes, concejales, profesores, mánagers y productores o ejerciendo asesoría en la Sociedad de Autores. Otros están y no cantan, otros cantan y no están. Los hay que se retiraron, algunos que ya murieron y otros que están por nacer. Jóvenes que son ahora también universitarios, obreros, chicos de barrio que recorren la ciudad. Un CD debajo el brazo, la guitarra en bandolera, diez euros en la cartera, cantando de bar en bar. O esos raperos poetas que es su panfletos denuncian otra realidad social. ¿Y mujeres? ni se sabe. Y sobre todo si hablamos de las primeras gloriosas que tuvieron los ovarios y el coraje necesarios de subirse a un escenario de aquella España casposa. ¿Qué fue de los cantautores? aquí me tienen señores como en mis tiempos mejores dando al cante que es lo mío. Y aunque en invierno haga frío me queda la primavera, un abril para la espera y un grandola en el corazón. ¿Qué fue de los cantautores? aquí me tienen señores aún vivito y coleando y en estos versos cantando nuestras verdades de ayer que salpican el presente y la mierda pestilente que trepa por nuestros pies. ¿Qué fue de los cantautores? De los muchos que empezamos, de los pocos que quedamos, de los que no se vendieron, de los que no claudicaron, de los que aún resistimos: aquí estamos. Cada uno en sus trincheras haciendo de la poesía nuestro pan de cada día. Siete vidas tiene el gato aunque no cace ratones. Hay cantautor para rato. Cantautor a tus canciones. Zapatero a tus zapatos. Luis Pastor, Trovador.
Yo no pertenezco a la generación de la Nueva Trova cubana. Soy de
los de Brassens, que ha tenido una honrosa continuación en España
con Joaquín Carbonell y con Javier Krahe. De hecho, el tipo de
cancíón que he "compuesto" corresponde a una mezcla entre
Krahe, Les Luthiers y las canciones de Carnaval de Cádiz. Como
hubiera dicho Quintín Cabrera (ya fallecido) soy de los de "cantar
opinando", sólo que con un toque de ironía que no sólo mira a
la Derecha como blanco de sus puyas sino a las contradicciones de los
que nos consideramos y, sobre todo, nos proclamamos de izquierdas,
como si el "pedigrí" pudiera garantizarse a base de
declaraciones pomposas.
En mis comienzos yo era de los que
cantaba canciones de Yupanqui, Viglietti, Víctor Jara y Quilapayún,
Paco Ibañez, Raimon, Pi de la Serra y Ovidi Montllor. Luego, Serrat
y mucho más tarde, Sabina, que fue compañero de algunas aventuras
en la Universidad de Granada y al que me reencontré justo antes de
que se hiciera famoso con la grabación de La Mandrágora. No
coincidí con el auge (un poco antes) de la Nueva Trova en España
porque en ese momento estaba ocupado viviendo un corto exilio
político y una más larga ausencia por motivos profesionales: Me
gané el sueldo durante ocho años trabajando en servicios culturales
del Ministerio de Asuntos Exteriores de España en el Norte de Africa
(después de beneficiarme del indulto y la amnistía tras la muerte
de Franco). De manera que cuando "regresé" a España, en
1984, la Transición ya había hecho de las suyas. Me lo tomé como
un soldado que se queda sin ejército y lo mandan con su uniforme
para casa, desmovilizado.
No fui (musicalmente) heredero de los
de la Nueva Trova, (se nota ¡y de qué manera, "tchunda-tchunda"!) como lo han sido buena parte de los jóvenes
cantautores que aparecieron en España ya en plena Transición, pero
me encantan Silvio Rodríguez, Pablo Milanés y Amaury Pérez, al que, por
cierto, tuve la ocasión de escuchar, por vez primera y en directo,
en un encantador recital que dió en la Embajada de Cuba en Madrid
(donde también yo he cantado en una ocasión por invitación de Luis
Toledo Sande, cuando era Consejero Cultural). La verdad es que me
pareció un estupendo narrador de historias con su miga humorística
picantona y un lírico tierno y melodioso. Luego he tenido ocasión
de seguirlo en su programa de entrevistas en la televisión cubana
(memorable la de Carilda Oliver). Mucho más recientemente me he
tropezado en el ciberespacio con Frank Delgado con el que creo
compartir algunos puntos de referencia en la canción con sentido del
humor.
En última instancia, sólo soy un
aspirante a ciudadano que canta. Ya me contarán ustedes lo suyo. Soy
todo oídos.
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