Carta explicativa a mis nuevos (o antiguos) amigos cubanos.-
Como soy tan hablador como ustedes y sé que tendremos largas charletas sobre lo divino y lo humano, la letra y la música, Cuba y España, me entra la sensación de que nos va a faltar tiempo y por ello me parece oportuno ir avanzando algunos párrafos, para ahorrarnos los minutos de tanteo sobre los posicionamientos generales.
Cada uno de nosotros tenemos opiniones muy influenciadas por clichés y por reflejos condicionados que adquirimos casi sin darnos cuenta. Yo soy consciente de que, en general, estamos muy mal informados sobre la realidad cubana como creo que muchos cubanos desconocerán los apasionantes detalles del desastre que se nos ha venido encima en paises tan dócilmente atados, con ristras de chorizos, al sistema capitalista, por asumir la creencia, con la ilusión de niños ante el escaparate de una pastelería, de que los Bancos eran Oenegés del Consumo y que a una hipoteca se le podía poner impunemente el nombre de "Revolución".
En España vivimos
en una democracia, (eso dicen y hasta podría parecerlo). El menos malo de los sistemas
conocidos, en palabras de Sir Winston Churchill. Pero pocos podrán
negar que la calidad de esta democracia deja mucho que desear. Para empezar, tenemos un perverso sistema electoral, pero el listado de deficiencias es muy largo. Afirmando la
mayor, en los últimos tres años se ha puesto palmaria y dramáticamente
de manifiesto que, en las grandes decisiones que afectan a pueblos
enteros, son unas instituciones y personas que no han sido elegidas por el
voto popular quienes han dictado a los gobernantes las duras
políticas de recortes de derechos conseguidos con tanto esfuerzo,
llevando a la ruina a los trabajadores, a las pequeñas empresas y a
países enteros. Y esos gobernantes sumisos, que al principio
parecían, incluso, apesadumbrados, han pasado a hacer suyos y ser firmes
defensores, paladines, de los recortes. Esas personas e instituciones
no democráticas pretenden seguir dictando el futuro de nuestras
vidas, porque sus intereses son insaciables. Nos negamos a admitir el
pensamiento único de que esas políticas impuestas son las únicas
posibles. No es el momento y el lugar para extenderse en exponer
políticas alternativas. Pero no es cierta la fatalidad interesada de
que otro mundo no es posible. No es cierto, hay
alternativas factibles para resistir el embate de este neoliberalismo
voraz e inhumano, hay medidas posibles e imprescindibles para que no
paguen los platos rotos los de siempre, y sí, en cambio, para poner
coto a los desmanes de los causantes de este estropicio universal,
que, además, siguen incrementando sus beneficios económicos
y, de paso, utilizando la crisis para modelar otro mundo que no es el
mejor, como nosotros propugnamos, sino con menos derechos sociales y
políticos y con una galopante tendencia a no redistribuir la
riqueza.
Los
servicios públicos se encuentran ya con graves
problemas presupuestarios. Por eso es más necesario que nunca
gestionar los recursos disponibles con la mayor transparencia, con la
máxima eficiencia y con la mayor participación ciudadana en las
tomas de decisiones, en el desarrollo de los programas de actuación
y en la evaluación de los resultados. Queremos recordar que el mejor
recurso para el desarrollo comunitario es la comunidad misma. Sólo
conociendo y entendiendo cuáles son los objetivos esenciales de un
Plan, asumiendo cuáles son las prioridades de
un país. de una región, de una ciudad a partir de un proceso de participación ciudadana
responsable y practicando una hábil conjugación de los recursos
económicos, administrativos y sociopolíticos que puedan movilizarse, estaremos en condiciones de afrontar los difíciles momentos que se viven en este país y, además,
estaremos en condiciones de aprender de las dificultades.
La izquierda que no tenga que avergonzarse de su propio nombre lleva años de travesía del desierto. Se ha resistido tratando de hacer camino al andar como decía nuestro buen Antonio
Machado, y con la Itaca de Kavafis allá muy lejos pero sin perderla
de vista. Con escasos medios y resistiendo ataques, se han planteado denuncias, quejas y propuestas. Finalmente, un movimiento fresco, al margen de los canales habituales de la vida política, pero coincidiendo con la reivindicación de un nuevo mundo posible, ha dinamizado los espacios públicos y las conciencias, impulsando la calidad
democrática que pretendemos y que
pasa porque el pueblo tenga voz, no solo depositando un voto cada cuatro años, sino durante ese lapso de tiempo. Es imprescindible que se
recupere la presencia de los ciudadanos en la vida pública.
Dicho lo anterior, ...les suena ¿verdad?. Ya me contarán lo de los lineamientos... más que nada por aprender y comprender cómo es un debate a escala de todo un país.
Un fraternal abrazo.
José María Alfaya
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