miércoles, 18 de enero de 2012

EXPLICACIONES OCIOSAS



Por qué me apetece (ya que voy) cantar en Cuba.

Hace tiempo leí en un artículo que alguien reprochaba a las autoridades cubanas que no hicieran algo más (fuera de la denuncia ideológica y política) para que la población tuviera mejor conocimiento de los males del capitalismo en los países donde ejerce su imperio, que era importante mostrar más a las claras lo que el capitalismo supone en la vida cotidiana de violencia, miseria moral y económica pese a las luces de neón y al papel de regalo con que se envuelve todo.

Yo, muy modestamente, les puedo ofrecer una mirada irónica sobre la realidad española, las contradicciones sociales entre valores tradicionales y las nuevas costumbres impuestas por el mercado en versión ultraliberal... El pensamiento reaccionario clerical que se apaña tan interesada como forzadamente con el neoliberalismo económico y administra unas jugosas contradicciones en lo cotidiano. Los nuevos miedos con que acogotan a la población: las epidemias, los contagios. Ya ni se comulga de la misma manera. O se plantean problemas para besar las imágenes tenidas por sagradas y milagreras no vaya a ser que en vez de tu ración de religiosidad o el favor divino te lleves un virus a casa.

En el ecosistema en el que me muevo hay gigantescas transformaciones en marcha y a toda vela. La primera, la de las palabras, que ya no significan lo que parecen. La de la familia que dicen defender y que convierten en grupo turista que se encuentra por casualidad en su propia casa en horario reducido: niños que llevan las llaves del hogar al cuello y que se pasan horas ante los televisores fabricándose un mundo en el que sus padres están ausentes. La educación, que la van privatizando para, entre otras cosas, poder difundir más impunemente mitos y valores que separan (a los “normales” de los “raros”, por ejemplo). Pero trate usted de enseñar un poco de ciudadanía y le dirán que pretende adoctrinar cual grosero comisario político de la más feroz caricatura anticomunista. El mismo concepto de lo público, que se refiere más a una coincidencia en el consumo de insolidarias individualidades, que a la puesta en común de recursos y necesidades para hacer la vida de todos más equilibrada y más justa.

De todo esto me gusta y me siento obligado a cantar, con humor... Porque ya que pretenden quitarnos vida propia y hacienda (la bolsa hace tiempo que está en otras manos), que no nos puedan arrebatar ese maravilloso sentido por el que se aguza la vista, se consuela la inteligencia y se dá salida a la melancolía.

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